domingo, 25 de diciembre de 2011

Os deseamos que no seais infelices estas fiestas

-Solo mirar, Martina.
-Solo eso, tita.
-No vale pensar.
-Ni decir.
-Sólo mirar, ¿verdad, Martina?
-Sí, tía Blasina, solo eso, mirar en silencio.

martes, 6 de septiembre de 2011

Carrington, Rhys, Dickinson: Yeguas de patas quebradas y alas cortadas que vuelan

   -Mira lo que te traigo, Tía Blasina.
   -A ver... La dama oval.
   -Es un relato escrito por Leonora Carrington. ¿Recuerdas lo que te conté hace unas semanas de ella y su caballito Tártaro?
   -Claro, Martina, y también el cuadro que pintó para exorcizar su dolor.
   -¿Y que ella, de pequeña, decía de sí misma I am a mare, yo soy una yegua?
   -No, eso no. ¡De niña se tendría que sentir un torbellino de energía y libertad! No me extraña que sufriera tanto cuando su padre le quemó a Tártaro. 
   -Pues lee, el sufrimiento también lo exorcizó escribiendo:

"Una dama muy alta y muy delgada se hallaba de pie delante de su ventana. La ventana era también muy alta y muy delgada. El rostro de aquella dama era pálido y triste. Permanecía inmóvil y nada se movía cerca de la ventana, excepto una pluma de faisán que llevaba prendida en sus cabellos.Aquella temblorosa pluma atraía mi mirada. iSe remecía tanto en aquella ventana donde nada se movía! Era la séptima vez que yo pasaba por delante de la mencionada ventana. La dama triste no se habla movido y, a pesar del frío que hacia aquella tarde, me detuve. Tal vez los muebles eran tan altos y delgados como ella junto a su ventana, y tal vez el gato (si es que había uno) respondía también a tales elegantes proporciones. Yo deseaba saber, era presa de curiosidad y de un irresistible deseo de entrar en la casa simplemente para cerciorarme. Antes de caer en la cuenta de lo que hacía, me hallaba en la entrada. La puerta se cerró sin ruido detrás de mi, y por primera vez en mi vida me hallé en una verdadera mansión aristocrática. Era sobrecogedor. Primero, el silencio era tan distinguido que apenas me atrevía a respirar; luego, los muebles y los objetos de adorno eran de una elegancia suma. Cada silla era por lo menos dos veces más alta que las sillas corrientes y mucho más angosta. Para aquellos aristócratas, hasta los platos eran ovales y no redondos como los que usa todo el mundo. En el salón donde se hallaba la Dama Triste el fuego brillaba en la chimenea y habíauna mesa llena de tazas y pastelillos. Cerca de las llamas, una tetera esperaba tranquilamente que su contenido fuese bebido.
Vista de espaldas, la Dama parecía aún más alta: tenia, a lo menos, tres metros de altura. El problema era éste: ¿cómo dirigirle la palabra? ¿Decirle que hacia un tiempo de perros? Demasiado trivial. ¿Hablar de poesía? ¿De qué poesía?
- Señora,¿le gusta a usted la poesía?
- No. Detesto la poesía -me contestó con una voz de fastidio, sin volverse hacia mi.
- Beba una taza de té; esto la tranquilizará.
- No bebo, no como. Lo hago para protestar contra mi padre, ese cochino.
Tras un cuarto de hora de silencio, ella se volvió y quedé sorprendida al advertir su juventud. Debía tener unos dieciséis años.
- Es usted muy alta para su edad, señorita. Cuando yo tenía dieciséis años, mi estatura era la mitad de la suya.
- iMe importa un cuerno! De todos modos, sirvame un poco de té, pero no lo diga a nadie. Tal vez tome uno de esos pastelillos, pero recuerde sobre todo que no debe decir nada.
Comió con un voraz apetito. Antes de engullir el vigésimo pastelillo, me dijo:
- Aunque me muera de hambre, él no ganará nunca. Desde aquí veo el cortejo fúnebre con sus cuatro gordos y relucientes caballos..., marchando lentamente, y mi pequeño ataúd blanco en medio de una nieve de rosas rojas. Y la gente llorando, llorando...
Tras una corta pausa, continuó, sollozando:
- ¡Aquí está el pequeño cadáver de la bella Lucrecia! Y, una vez muerta, ¿sabe usted?, no hay nada que hacer. Tengo deseos de matarme de hambre, sólo para jeringarlo. ¡Qué cerdo!
Dichas las anteriores palabras, salió lentamente de la estancia. La seguí.
Al llegar al tercer piso, entramos en una inmensa habitación destinada a los niños, donde, esparcidos por todas partes, se velan centenares de juguetes descompuestos y rotos. Lucrecia se acercó a un caballo de madera inmovilizado en actitud de galope, a pesar de su edad, que debía frisar en los cien años.
- Tártaro es mi preferido -dijo ella, acariciando el belfo del caballo-. Detesta a mi padre.
Tártaro se meció graciosamente sobre su balancín mientras yo me preguntaba cómo podía moverse solo. Lucrecia lo contempló, pensativa y unidas las manos.
- Irá muy lejos de esta manera -dijo-. Y cuando regrese, me contará algo interesante.
Al mirar hacia fuera, advertí que nevaba. Hacia mucho frío pero Lucrecia no se daba cuenta de ello. Un ruidito en la ventana llamó su atención.
- Es Mathilde -dijo-. Hubiera tenido que dejar abierta la ventana. Por otra parte, una se ahoga aquí.
Tras eso, rompió los cristales y la nieve entró junto con una urraca que, volando, dio tres vueltas por la habitación.
- Mathilde habla como nosotros; hace diez años le partí la lengua en dos. iQué hermosa criatura!
- iHermosa criatura! -graznó Mathilde, con voz de bruja-. iHermooosa crrrriaturrrrra!
Mathilde se posó en la cabeza de Tártaro, que continuaba balanceándose dulcemente, cubierto de nieve.
- ¿Has venido para jugar con nosotros? -preguntó Lucrecia-. Estoy contenta, porque me aburro mucho aquí. ¿Y si imagináramos que todos nos hemos convertido en caballos? Yo voy a transformarme en caballo con nieve; esto será más verosímil. Tú, Mathilde, también eres un caballo.
- ¡Caballo! ¡Caballo! ¡Caballo! -graznó Mathilde, bailando histéricamente sobre la cabeza de Tártaro.
Lucrecia se arrojó a la nieve, que ya tenía mucho espesor, y se enroscó dentro de ella, gritando:
- iTodos somos caballos!
Cuando se levantó el efecto era extraordinario. Si yo no hubiese sabido que era Lucrecia, hubiera jurado que se trataba de un verdadero caballo. Era tan bello, de una blancura tan cegadora, con sus cuatro finos remos como agujas y una crin que caía en torno a su larga cara como si fuese agua. Reía, alegre, bailando locamente en la nieve.
- ¡Galopa, galopa, Tártaro! Pero yo seré más veloz que tú.
Tártaro no cambiaba de velocidad, pero sus ojos centelleaban. Sólo se velan sus ojos, porque estaba cubierto de nieve.
Mathilde chillaba y se golpeaba la cabeza contra los muros. Yo bailaba una especie de polka para que el frío no se apoderase de mi cuerpo.
De pronto, advertí que la puerta estaba abierta y que en el umbral se encontraba una vieja. Estaba allí seguramente desde hacia mucho rato, sin que yo hubiese reparado en ella. La vieja miraba a Lucrecia con ojos fijos y perversos. De repente, temblando de furor, gritó:
- ¡Deteneos! ¿Qué es eso? ¡Vaya, señoritas! Lucrecia, ¿no sabe usted que este juego está estrictamente prohibido por su padre? iRidículo juego! Ya no es usted una chiquilla.
Lucrecia bailaba moviendo peligrosamente sus cuatro piernas cerca de la vieja, al tiempo que lanzaba penetrantes carcajadas.
- iDeténgase, Lucrecia!
La voz de Lucrecia era cada vez más aguda, se desternillaba de risa.
- Bueno -dijo la vieja-. ¿No me obedece usted, señorita? Bueno. Entonces, lo lamentará. Voy a conducirla ante su padre.
Tenía una mano oculta detrás de su espalda, pero con una rapidez insólita en una persona tan anciana, saltó sobre Lucrecia y le puso el freno en la boca. Lucrecia se lanzó al aire, relinchando de rabia, pero la vieja no se apeó. Seguidamente, nos agarró a mi por los cabellos y a Mathilde por la cabeza, y los cuatro nos vimos lanzados a una furiosa danza. En el corredor, Lucrecia empezó a cocear y rompió cuadros, sillas y jarrones de porcelana. La vieja estaba pegada a la espalda de Lucrecia como un molusco a la roca. Yo estaba llena de heridas; creí muerta a Mathilde: colgaba lamentablemente de la mano de la vieja como un trapo.
En medio de una verdadera orgía de ruidos, llegamos al comedor. Sentado al extremo de una larga mesa, un anciano caballero, más semejante a una forma geométrica que a otra cosa, terminaba de comer. Bruscamente, una calma absoluta se estableció en la habitación. Lucrecia miró a su padre con los ojos hinchados.
- Entonces, ¿vuelves a las andadas? -dijo el viejo, cascando una nuez-. La señorita de la Rochefroide ha hecho bien en traerte aquí. Hace exactamente tres años y tres días que te prohibí jugar a los caballos. Es la séptima vez que te amonesto, y seguramente estás enterada de que el número siete es el ultimo en nuestra familia. Me veo obligado, mi querida Lucrecia, a castigarte muy severamente.
La muchacha, bajo su forma de caballo, no se movió, pero las ventanas de su nariz palpitaron.
- Lo que voy a hacer es sólo por tu bien, pequeña -dijo el anciano, en voz muy baja. Y continuó-: Eres demasiado grande para jugar con Tártaro. Tártaro es para los niños. Por lo tanto, voy a quemarlo yo mismo hasta que no quede nada de él.
Lucrecia lanzó un grito terrible y cayó de rodillas.
- ¡Eso no! ¡Papá, eso no!
El anciano sonrió con gran dulzura y cascó otra nuez.
- Es la séptima vez, pequeña.
Lágrimas manaron de los grandes ojos de caballo de Lucrecia y cruzaron como dos riachuelos sus mejillas de nieve. La muchacha iba cobrando una blancura tan resplandeciente que era luz.
- ¡Piedad, papá, piedad! ¡No quemes a Tártaro!
Su voz aguda se hacia cada vez más delgada. Lucrecia estuvo pronto arrodillada en un lago de agua. Yo era presa de un miedo terrible de verla fundirse.
- Señorita de la Rochefroide, haga salir a la señorita Lucrecia -dijo el padre; y la vieja sacó de allí a la pobre criatura, mudada en un ser flaco y tembloroso.
Creo que él no había advertido mi presencia. Me oculté detrás de la puerta y oí al viejo subir a la habitación de los niños. A poco, me tapaba los oídos con las manos: unos espantosos relinchos se oían arriba, como si una bestia sufriese inauditas torturas..."

   -¡Fascinante, Martina! Qué manera de contarse a sí misma... Me acabo de acordar de Jean Rhys. Estoy leyendo Buenos días, medianoche y Sacha dice que está leyendo la autobiografía de una yegua. Y yo, curiosa de mí, meto el título en internet, por aquí, por allá... No existe. Y ahora me pregunto por qué puso a su personaje a leer ese y no la autobiografía de un caballo, un perro...
   -Dicen los estudiosos que todos sus personajes femeninos representan un momento u otro de su trayectoria vital, que sus novelas se pueden ordenar según su vida, bueno, menos Ancho  mar de los Sargazos.
   -Y también dicen, Martina, que muchas mujeres de su época, sobre todo de la preguerra, se sintieron reflejadas en sus novelas: pobreza, miedo, soledad, desvalimiento... yeguas de patas quebradas y alas cortadas.
   -¿Recuerdas, tita, el poema de Emily Dickinson con que abre Buenos días, medianoche? ¡Es precioso!
   -Pues me lo sé de memoria.
   -¿En serio, tía Blasina?
   -Sí, te lo recito y me bajo a la frutería, que me van a cerrar.
                  ¡Buenos días, medianoche!
                  Vuelvo a casa,
                  porque el día se ha cansado de mí-
                  ¿Cómo iba a cansarme yo de él? 

                  La luz del sol era deliciosa,
                  y deseaba quedarme-
                  pero la mañana no me quería allí-
                  por eso: ¡Buenas noches, día! 
                                       


domingo, 17 de julio de 2011

Pintoras surrealistas

  -En tu casa se está más fresco que en la mía, tita, ¿me das asilo esta tarde?

     
  -¿Qué ojeas, Martina?
  -Un libro sobre pintoras surrealistas. Mira, éste es de Leonora Carrington. Tenía desde pequeña un caballito de madera que se llamaba Tártaro en el que montaba y se sentía caballo, sentía que ella era un caballo. Cuando creció, su padre desesperado por su rebeldía de potranca decidió que debía madurar y se lo quemó. Leonora sufrió mucho.
  -Aquí ella escapa por la ventana.
  -Sí, el exorcismo de la creación. Mira éste de Maruja Mallo.
  -Si ves la huella como unos ojos, la hoja enmudece la boca.
  -Y los ojos-huella entristecen.
  -¡Qué lindo, Martina, qué tierno!
  -¿Cuál, tita?
  -El del tiempo de Remedios Varo, parece que lo ha pintado el espíritu de un niño. ... ¡Oh, qué poderío! Es fascinante... a ver... Leonor Fini. ¡Para hacerse una estampita y mirarla cuando una esté depre! Creo que daría mejor resultado que santa Rita.
  -Y éste de Norma Bessouet ¿te gusta, tita? 
  -Sí, mucho, ¿abre la puerta o cierra la puerta?
  -¡Qué cada ojo decida! ¿Qué buscas, tía Blasina?
  -Yo también tengo una.
  -¿Puerta?
  -No, lámina favorita. Mira.
  -... Tita, Arcimboldo ni es mujer ni es surrealista...
  -Es igual, me gusta, como si lo fuera. ¡Qué hombre más lúdico! Me motiva...
  -Tita, ya estamos...
  -Hija, una no es espíritu puro...
  -Pues ya no lo encuentras, es del XVI.
  -Dame tiempo, unos añitos más.

 
 

viernes, 24 de junio de 2011

Hacienda, mon amour...

   -¡Una tromba acaba de entrar por la puerta!
  -¡Se acabó, Tía Blasina, me desmarco del 15-M!
  -¿Qué te pasa, Martina? No te veo yo a estas alturas volando con las gaviotas y ya no tienes edad de ser un capullo...
  -Nada de eso, tita, antisistema.
  -¡Hija, que no tienes edad!
  -Ah ¿no? ¿Y la colillita “aromática” que encontré ayer encima de tu mesa camilla? ¿Es que estás en edad?
  -Claro, en más edad que nunca, a Adolfo ya no se le empina en condiciones y no quiere viagra, que él es muy naturista, así que nos despertamos la sensibilidad digamos... por cauces más extensos... Uuuh, cuando pones esa cara, Martina... Aunque intuyo que no es por mí...
  -¡Por Hacienda, divino tesoro! Me hago antisistema, tita. Hacienda me penaliza.
   -¿Te han puesto una multa? Pero si estamos todavía en plazo.
   -No, tía Blasina, me lleva poniendo la multa desde hace años, a mí y a más de uno.
   -Pues no me habías comentado nada...
   -¿Te acuerdas cuando vivía mi hija en casa? Pues no podía hacer declaración conjunta porque ella no trabajaba, estaba estudiando la carrera. Sin embargo, si un hombre trabaja y su mujer es ama de casa, o sea, no recibe remuneración por su trabajo, cosa que sigue pasando mucho, sí se puede hacer conjunta, son parientes en primer grado, ¿qué pasa, mi hija y yo no? Pues sanción implícita: cuantos menos estudios tenga una persona, mejor, que los hijos de separadas y divorciadas no estudien, que curren, así se les reconocerá que forman una “unidad familiar”.
   -Martina... ya tu hija no vive contigo, ahora por fuerza la haces individual.
   -Claro, ahora sí, pero ¿y antes, qué? ¿A cotizar más por estar divorciada? ¿Es que hay que seguir casados por narices para que Hacienda te quiera?
   -Hija, Hacienda siempre nos amará profundamente.
   -Y después está lo de desgravar por alquiler. Si tienes un sueldo que no es mileurista, no desgravas; si tienes más de treinta y cinco años, no desgravas, aunque si pagas hipoteca, sí.
   -Imposible, hija, te habrían quitado el piso, te habrían puesto de patitas en la calle, nadie te querría alquilar, el banco se quedaría con tu nómina para el pago de la hipoteca y te vendrías a vivir conmigo. Como sería una convivencia imposible, generaríamos una agresividad enorme, como nos apreciamos, buscaríamos la raíz de nuestras desavenencias, concluiríamos que es Hacienda y como no tenemos dinero para contratar a un hacker de Microsoft que les reviente los sistemas informáticos, no nos quedaría más remedio que prenderle fuego a una Delegación, nos cogería la policía, nos meterían en la cárcel, nos darían celdas separadas y ya no tendríamos problemas de mutua convivencia. Así tendrías vivienda gratuita, además, hay tele en la sala común, donde podríamos ver a sus señorías contando que hay que promover la cultura del alquiler.
  -Tía Blasina... ¿la colillita de la mesa camilla es lo que estabas fumando cuando llegué?
  -¡Ah, sí...! Cómo nos ama Hacienda... Mi borrador dice que tengo que pagarle 85€ y eso que soy pensionista...
   -¡¡Tita, dame la guía de las páginas amarillas!!... D... G, H, Ha...
   -Cuando encuentres uno, dile que mi ordenador va muy lento...

Enlaza con otras mujeres:  http://tiablasina.blogspot.com/p/mujeres-que-dicen.html

viernes, 20 de mayo de 2011

La jornada de reflexión de Tía Blasina

   -¿Lo has traído, Martina?
   -Sí, tía Blasina, la mitad del cuarto, como me dijiste.
   -¡Hummmm! ¡Qué rico, hija, cómo huele! ¿Quieres unos piquitos para acompañar? ¿Tinto?
   -No, tita, gracias, mientras que estaba en el almacén de Pepín he picoteado unas almendras. ¡Todo lo que trae de su pueblo está riquísimo!
   -¿Qué haces con esa rodaja, tita?
   -Pues lo que ves, Martina, envolverla en papel aluminio.
   -¿Pero una sóla para qué?
   -Para que no manche el sobre. ¡Ea, listo! Ya he decidido mi voto. No me mires con esa ceja, hija, que pareces Sean Connery. Estoy preparando mi papeleta, esta vez voy a votar por mi chorizo favorito.


lunes, 9 de mayo de 2011

SKUPe: Últimas noticias: Balance de la Feria de Sevilla.

          SKUPe: Una mirilla abierta a la noticia.
Desde la redacción de EL CONGRIO FEROZ, te contamos lo que está pasando de la mano de nuestros corresponsales y enviados especiales, todos ellos parientes de Martina y Tía Blasina.

   Pere Hill: Bloquedo el Servicio de Urgencias del Hospital Virgen del Rocío desde el inicio de la Feria de Abril. Más de un centenar de mujeres han ingresado en estos días en el Servicio de Urgencias de este centro hospitalario con al menos una oreja en la mano. El doctor R. Mendón nos confirma que no se trata de una epidemia de herpes, “sencillamente viajaban en Metro y sus vecinos no tenían donde agarrarse, por eso aconsejamos quitarse los pendientes de gitana durante el trayecto”.

   Mar Ykiya: Mueren atrapados por las puertas del Metro 109 volantes y 27 mantoncillos. Más de la mitad de las desgarradas dueñas iniciarán demandas contra la empresa.

   Fer Dabril: Una señora vestida de gitana descubre a un niño de año y medio ileso al bajar del C-2. “Fue cuando me arremangué los volantes para bajar del autobús que vi una manita, tiré y era el chiquillo”.

   Marifar Olillo: Encontrada una docena de sardinas en el primer vagón del Metro. “Nuestra mayor ilusión era ser sardinas en lata y ya lo hemos conseguido”, manifestó la portavoz al ser desalojadas en la estación de “Plaza de Cuba”.

   Pere Hill: El portavoz del Comité de Huelga de los Servicios de Limpieza del Metro muestra su descontento ante la noticia “El Metro, en Feria, más limpio que nunca”. “Esto es un boicot a nuestras reivindicaciones, no sólo no respetan los servicios mínimos, sino que han usado de mopa los volantes de los vestidos de gitana”.

   Al Humbrado: Una acción conjunta de los GEOs y las Fuerzas Especiales del Ejercito del Aire obligaron a descender a varios autobuses que sobrevolaban el espacio aéreo sevillano. La causa del suceso podría haber sido el amotinamiento de los volantes de los vestidos de gitana, que ante las apreturas e incomodidades que sufrían en los vehículos, decidieron echar a volar.

   Mar Ykilla y Pere Hill: Se acumulan las denuncias en las comisarías de la capital sevilla. Debido a los bruscos balanceos de los vagones del Metro, pendientes, collares, tetas de silicona, pulseras, prótesis de pene, flores y un largo etcétera de apéndices y abalorios han sufrido súbitos desplazamientos. Algunos de los afectados han hablado con nosotros: “Cuando salí del Metro y me vi con un par de tetas turgentes y en su sitio”, nos cuenta Remigia, una anciana de 94 años, “decidí que volvería a casa a pie ¡ni pensar en perderlas!”. Su nieto, un parado de 38 años con depresión, añade “Yo casi no me lo creo, llevo empalmado desde entonces porque no sé como se baja el mecanismo, mañana tengo cita con la psiquiatra y se lo consultaré”.

   Fer Dabril: La nota trágica de este  balance la pone el hallazgo, en un estado próximo al coma y en su propio consultorio, de una psiquiatra del Centro de Salud del barrio de El Congrio. La policía investiga a los pacientes que pasaron consulta el día en que fue encontrada, ya que la única pista de la que se dispone hasta el momento son las palabras que repite de continuo la propia doctora: “Ni te lo arreglo, ni te doy el alta”.


viernes, 6 de mayo de 2011

EE.UU. asesina a Ben Laden, aunque con otro verbo

   -Por favor, Martina, léeme la primera entrada de "asesinar" que viene en el diccionario de la R.A.E.
   -"Matar a una persona con premeditación, alevosía, etc."
   -Es curioso, los titulares de la noticia siempre dicen "Muere Ben Laden".
   -Ya sabes, tía Blasina, que actualmente se estila ser políticamente correcto.
   -Esa foto me produce repugnancia, Martina.
   -Son un país en el que la pena de muerte aún existe y creo que se puede asistir a ellas. Ellos están asistiendo a una ejecución.
   -¿Qué me dices de la cara del hombre de la izquierda? 
    -Muere, cabrón, ya era hora.
   -Hillary Clinton parece que se espanta.
   -A Obama si lo cortas y lo pegas en un partido de beisbol se diría que está preocupado porque su equipo va perdiendo la final.
   -Si mal no recuerdo, antes EE.UU. hacía estas cosas con disimulo.
    -Y si a mí no me falla la memoria, tita, los servicios secretos suelen ser unos linces.´
    -Pues ahora están de capa caída, hija, porque ni los americanos ni los israelíes y menos los pakistaníes, sabían donde estaba hasta hace dos días como quien dice.
    -Casualidades de la vida, tita.
    -Menos ironía, Martina, que el tema se las trae, porque una vez que ha quedado legalizado y aceptado por la comunidad internacional el asesinato de personas non gratas y desde hace años la misma no dice ni pío de forma contundente y seria sobre las torturas en Guantánamo, tú me dirás que nos queda por ver, que cuelguen los cadáveres para escarmiento público como la Inquisición ¿no? Ya tengo unos años, hija, y estoy hasta el moño de ver siempre lo mismo. Franco malo malísimo, con las cárceles llenas, las torturas y las penas de muerte y ejecuciones, a Randsfeld no hay quien le tosa; si jefes de estado de países asiáticos, africanos o sudamericanos hacen encarcelar, torturar y matar son unos dictadores abominables, pero riámosles las gracias al señor Obama. Que lo de las torres gemelas fue una tragedia, cierto, pero si eso es excusa, la historia de todos los países tiene sus propias tragedias, ¿qué hacemos, masacrarnos unos a otros?
   -Tía Blasina...
   -¿Qué estoy diciendo una burrada? Lo sé, hija, pero lo mío es depotricar, lo de ellos ejecutar su dominio sobre el mundo sin el más mínimo miramiento ni ética. Ellos tienen derecho de veto en los organismos internacionales, nada se puede decidir sin su consentimiento; les otorgamos el derecho tácito a asesinar a sus oponentes, y torturarlos; el derecho político de invadir países y destrozarlos para salvarlos y para más inri les ayudamos; hasta trozos de nuestro país es de ellos y ni se les ocurre a nuestros gobernantes decirles ¡oye, chicos, que en EE.UU. sobran metros cuadrados! Y con esto no te quiero decir, Martina, que le tenga manía a los estadounidenses, no, hija, no. Es un país de personas en que los pobres lo pasan muy mal, sin sanidad ni educación adecuada a su alcance, en el que la obesidad, las armas, el consumo de fármacos antidepresivos y ansiolíticos son moneda corriente; un lugar en el que la sexualidad no es libre de expresarse, donde te miran hasta las fundas de las muelas para entrar en su país...
   -Para, tita.
   -¡Si hasta el comunismo sigue siendo el coco! Aunque un coco desfasado, porque desde hace años lo han cambiado por el hombre del saco: musulmán y terrorista.
   -Tía Blasina, si un estadounidense te escuchara se podría ofender y puede que te mandara a hacer puñetas.
    -O puede que encontráramos motivos de diálogo, porque en todos los sitios se cuecen habas...

lunes, 2 de mayo de 2011

Las pollas, preferidas de Tía Blasina

   -¡Cuánto me gustan las pollas, Martina!, sobre todo las pequeñitas, tan saltarinas y vivaces. El otro día vi una que me sorprendió, tan quieta, sobre sus huevos, tan serena... hasta que se levantó y ¡vi el tamaño de los huevos! Nunca imaginé que algo tan pequeño tuviera unos huevos tan grandes. Mira, Martina, aquí tengo las fotos, en mi álbum favorito, para contemplarlas de vez en cuando hasta que vuelva a disfrutarlas un día de éstos.
   -¡Son lindas, tía Blasina! Estas fotos son de otras más grandes...
   -Sí, pero esas me gustan menos. A mí me van las pequeñitas, son más inquietas, van y vienen con mayor ligereza y salero, ¡son encantadoras!, un placer, las disfruto más que las grandes. Éstas son más confiadas, lentas, menos vivaces. ¡Cómo las pequeñas, ninguna! Además, Martina, parecen más suaves, dan ganas de acariciarlas...
   -Me gustan tus fotos, tita, no has escatimado en buscar perspectivas originales...¡hasta de los huevos!
   -No sé por qué, hija, pero las pollas de agua son mi debilidad, me encantan, será porque se pasan la vida junto al mar...
   -¡Bueno, tita, algún día te tocará la lotería y podrás comprar una casita en la playa!
   -Ay, Martina, a mi edad mejor voy de hoteles y buscando el sitio más hermoso para que esparzas mis cenizas.
   -Con las pollas, te lo prometo, tía Blasina.

                                            A Urora, con kguiño.

viernes, 22 de abril de 2011

La S.S. tras Martina y Tía Blasina

   -¡Tía Blasina, no te esperaba hasta mañana!
   -Y yo no me esperaba a mí misma de vuelta. ¡Cómo llueve en la playa, hija, bañarte no puedes, que hace frío, pero lo que es ducharte, a placer! Y tú qué ¿disfrutas de tu puente?
   -Lo comencé dándome un baño de multitudes.
   -¿A lo político V.I.P.?
   -A lo gárrulo. El miércoles fui a ver a unos amigos y a la vuelta de una esquina me agarró una turbamulta, me arrastró y desemboqué frente a una Virgen. Allí me tuve que quedar clavada dos Cristos y una Virgen más, hasta que logré gusanear lo suficiente como para llegar a una pared y seguirla hasta una calle más despejada. Llegué más de una hora tarde a mi cita dando vueltas y revueltas para no toparme con cofradías ni cofradieros.
   -¡Bah!, parece que no conoces esta ciudad en Semana Santa. Hay que andar de oído, al más mínimo porrompón hay que huir.
   -Como tú el lunes, ¿no?
   -Pero aquello era por una buena causa, Martina, necesitaba a toda costa sacar el billete de autobús para la playa... Entre eso y quedarme en la ciudad, tú me dirás. Además, como el oído me avisó y vi un Cristo cabizbajo y maniatado a lo lejos pude bordear, sólo tardé un cuarto de hora más en llegar a mi objetivo. Además, nadie me podrá decir que no veo cofradías, aunque sea a las cuatro de la tarde, ésta la vi. 
   -En qué quedamos, tita, ¿la viste o la bordeaste?
   -Fui al margen hasta que llegué a la calle que me interesaba, ¿me pego a la pared o rodeo la manzana? Como quien venía era la Virgen, segundona siempre como manda la Santa Madre Iglesia, pensé: detrás se acaba todo. No es que fuera exactamente así, pues tras la Virgen un tropel de gente, queriendo adelantarla, empujaba o arremetía con el carrito del bebé, sin embargo tuve paciencia y vi el resto de la procesión: cerrando la marcha dos furgones de la policía, el camión del servicio de limpieza municipal y un rosario de penitentes desperdigados, uno de ellos, algo acalorado, que se apresuraba con los faldones arremangados y luciendo unos calcetines de deportes blancos. Como verás, Martina, no fue una experiencia nada traumática. Querida, aún llueve ¿nos vamos a pasear un rato?
   -Espera que consulte internet, tita, a ver si con suerte llueve en las próximas dos horas y nos da tiempo de tomar un cafetito también.
   -Te va a castigar Dios...
   -Ya lo hizo el miércoles, tía Blasina, y desde entonces no he vuelto a pecar.
   -Pero yo sí.

                        (Dedicada, con mucho cariño, a I. B. A.)

Mujeres que comunican: http://tiablasina.blogspot.com/p/mujeres-que-dicen.html
      

sábado, 19 de marzo de 2011

   -¡Tía Blasina, yo guardo una como ésa!
   -Seguro que muchos la guardamos aún, quizá es hora de volver a lucirla ¡pero en las manos, cerebros, corazones y bocas!, que con esto de las modas corremos el riesgo de que sea la monería de turno.
   -También en los pies, tita, que si hay que manifestarse lo hagamos.
   -Claro que sí, Martina, va siendo hora de que dejemos de ser generaciones dormidas, de que nos roben los significados, de salir del engaño de la "fonetización de los valores", de la imaginería a la moda y nos pensemos dos veces lo que decía Miret Magdalena: esgrimimos "palabras bandera" (libertad, paz, justicia, democracia, respeto ecológico), pero no las asumimos en la práctica. Me acuerdo cada vez que escucho a políticos, sindicalistas y parlanchines de variado pelaje, ¡y más aún cuando me pillo en un renuncio!
   -La distancia entre la teoría y la práctica.
  -La distancia entre no querer nucleares y el derroche energético que practicamos en nuestra vida cotidiana.
   -La distancia entre nuestro silencio y dejar hacer al poderoso caballero Don Dinero.

    

sábado, 5 de marzo de 2011

¡Qué lejos está el 8 de marzo, Tía Blasina!

   -Larán, larán, larita, barro mi casita...
   -¡Vaya, tita, te encuentro dedicada a las labores propias de nuestro sexo!
   -Será del tuyo, porque las del mío las hago en la cama o el sofá, que los huesos son muy traicioneros y ya no los tengo para lavadoras ni bañeras.
  -Vale, repito: Tita, te encuentro muy ocupada con el mantenimiento de tu nido.
   -Sí, Martina, después de descubrir a un grupo de pelusones en procesión por el pasillo, he creído conveniente sacar de excursión al plumero, la escoba y la fregona, algún día tenía que hacerlo ¿no? Claro, como a ti te los saca de paseo tu querida Eulalia...
  -¡Ay, mi Eulalia! Sí que la quiero, tía Blasina, como que llevamos juntas diez años, pero a este paso no sé lo que va a durar, aunque tenga los sesenta y ocho recién cumplidos y en mi casa esté más tranquila que en la suya propia.
   -¿Está peor del corazón?
  -Del que ve el cardiólogo, bien, que precisamente fue a revisión hace tres semanas, pero del que yo veo...
   -Sigue con toda la tropa metida en casa...
   -Sí. El otro día se volvió a caer, o se tiró, su tía ciega, aunque no se ha roto nada, milagro a los noventa y cuatro que tiene, eso después de que Eulalia le comentara que quería ir a una excursión de esas que organiza el distrito.
  -Ya, chantaje emocional. ¿Y los hijos de Eulalia no pueden cuidarla?
  -Los varones, como manda la tradición, eso no es cosa de hombres y la hija nunca lo ha hecho porque trabajaba, ahora que la han despedido ocupa el día entre echar currículos y espantar la depre delante del ordenador.
   -Pues vaya panorama que tiene Eulalia.
   -Y ahí no acaba todo, tía Blasina, ahora el mayor, y el mayor tiene cuarenta años, se ha traído la novia a casa mientras arreglan su piso, para gastar menos, como están los dos parados...
   -¿El otro hijo trabaja?
   -Sí, con eso salen adelante, y añade lo que gana de un día a la semana en mi casa, que por eso sigue trabajando a su edad, porque por cariño nos tomaríamos un cafelito juntas. Eulalia se quedó viuda joven y su paga es una miseria.
   -Pues son seis bocas.
   -Sí, aunque una de esas boquitas se... Bueno, mejor me callo, que no quiero cabrearme otra vez.
   -Pues tragándotelo tampoco adelantas, Martina.
   -Te lo cuento, tita. El último día que vino, estaba Eulalia que no daba pie con bolo y de pronto, con las lágrimas casi saltadas, me dice, estoy harta, ya no puedo más, por qué no se van todos y me dejan sola, si yo no quiero que me agradezcan nada, yo lo único que quiero es tener tiempo para mí, para leerme mi novela sin quedarme dormida encima, para llegar a mi casa y poder descansar; anoche llega mi mayor del fútbol y tal como lo veo entrar por la puerta me digo, malo, su equipo ha perdido, porque entró bufando con la novia detrás callada, y me digo, le voy a poner de cenar un pescaíto frito que es lo que más le gusta, a ver si se calma; se lo pongo en la mesa y me dice, esto está casi frío, y yo le digo, lo he acabado de sacar de la freidora, lo que está es que no se puede ni tocar de caliente; y se puso hecho un energúmeno, se puso a gritarme y a dar puñetazos en la mesa que casi tira el plato y a mí me entraron ganas de darle dos guantazos, pero me saca dos cuartas y voy a salir perdiendo; y los demás allí, una pegada al ordenador, la otra mirando la tele y el chico con la videoconsola. ¿Qué hago yo?, me decía Eulalia.
   -Creo que no es la única que se lo pregunta, Martina.
   -Y ya mismo es ocho de marzo, tía Blasina.
   -Sí, pero ¿de qué año? ¿de qué siglo?

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domingo, 20 de febrero de 2011

Tía Blasina, éste es tu regalo

  -¡Ooooh! ¡Gracias, Martina! Pero aún falta para el 8 de marzo...
  -No podía esperar, tía Blasina, me hacía ilusión, tenía ganas de ver tu cara cuando la abrieras.
  -¡Gracias, hija, dame un abrazo!
                          (aabraaaaaaaaaaaaaaazooooo)
  -Tita, lee la tarjeta.
  -¡Ay, sí, hija!
    "-¿Y a un recuerdo, qué le regalarías a un recuerdo por su cumpleaños?
     -¡A un recuerdo! No lo sé, a ver, déjame que piense... A un recuerdo le podríamos regalar un trozo de tiempo, para que volviese a vivir en el presente". Luis García Montero, 'Lecciones de poesía para niños inquietos'."  
  -¡Qué lindo, Martina!
                              (abraaaaazooooo y beso)
                                                 (sonrisas)

Por si sientes curiosidad, éste es el regalo:   http://tiablasina.blogspot.com/p/mujeres-que-dicen.html

miércoles, 16 de febrero de 2011

¿Qué es?

   -¡Ay, ay!
   -¿Qué pasa, Martina?
   -¡0ooh, mi oreja! Es que he sentido como si me dieran tirones de oreja...
   -Lo que me extraña es que no sientas tirones de ojos, llevas unos días que no paras de leer folios y folios, ¿en qué andas metida?
   -En un regalo.
   -¿Para quién?
   -Para nosotras.
   -Pero si tú estás en el regalo no es para ti.
   -Sí, mientras que lo preparo me lo estoy regalando. Además, nosotras es, somos, las mujeres.
   -A ver, Martina, un regalo para nosotras las mujeres y que tiene mucho trabajo.
   -Caliente, caliente...
   -Papeles, letras, palabras... luego ideas, sentimientos y pensamientos... ¡Uy qué peligroso!
   -Ajá.
   -Dame más pistas, Martina.
   -¡Ya lo verás, tita! Ahora déjame seguir con lo mío.
   -Vale, hija, te dejo, pero dime ¿Martina-ordenador-sentimientos-palabras-pensamientos-mujeres...
   -Tita que te quedas sin regalo...
  

jueves, 3 de febrero de 2011

La primavera comienza en diciembre

   -Tía Blasina, llevas toda la tarde callada. ¿Qué ocurre?
   -El comienzo de la primavera, que es una fuerza arrolladora, que a veces desequilibra, desasosiega, agota.
   -Apenas ha comenzado febrero, tita.
   -Lo sé, Martina, sin embargo la vida bulle bajo la vida y eso, a veces, trastorna, y si la luna se esconde o luce redonda, más. ¿Recuerdas ese pasaje de "La montaña mágica" en que se sostiene que el solsticio de diciembre es el comienzo de la primavera pues los días dejan de menguar y comenzarán a crecer? ¿Te has fijado en que ya hay plantas con minúsculos brotes en sus ramas y tallos, en que algunos insectos se han despertado de su letargo y comienzan a vagar como despistados, como haciendo memoria de dónde estaban sus alimentos del año anterior?
   -Todo lo que me dices es más razón de alegría que del ánimo en que te veo, tita.
   -Sí y no, Martina. Cuando la sangre rebulle y renueva, los huesos de los viejos requiebran, los corazones cansados temen sus propios latidos y los espíritus inestables caminan sobre un hilo de araña. Antes de que se manifieste todo el alborozo de la primavera hay que pasar por esa oscuridad preparatoria.
   -¿Te duele algo, tía Blasina? ¿Te encuentras mal?
   -Un poco, sí, me duele que al nieto de Jerónimo, un muchachito todavía, lo hayan tenido que ingresar por un brote esquizoide y Lucía, la costurera, que hace un año cayó en una depresión grave, está reinando día sí día no sobre sus fantasmas.
   -Estamos en un precioso parque, tita, mires donde mires ves árboles enormes, plantas y flores preciosas ¿cómo te pones a pensar en esas cosas?
   -Precisamente mirando esos añejos árboles es cuando más siento que los que menos hemos aprendido a respetar los ciclos de la vida-muerte-vida somos los humanos y que así nos luce el pelo.
   -A ti blanco, tita, de tanto cavilar.
   -Y a ti caoba bote, Martina, de tanto disimular.

domingo, 23 de enero de 2011

Por qué tía Blasina no hace sudokus

   -¿Para eso querías que te subiera un periódico que tuviera sudokus, tía Blasina? Me metes prisa, que te lo traiga antes de ir al supermercado, que el médico te lo ha recomendado para la memoria ¡y te encuentro haciendo barquitos de papel!
   -No te enfades, Martina, he empezado el sudoku, pero me aburría y me he puesto a ojear el periódico.
   -¿Y?
   -Pues que viene un artículo sobre el Alzheimer, lo que sufren quienes lo padecen y sus seres queridos, y he empezado a deprimirme; además, si personas con unas cabezas tan bien amuebladas como Suárez o Maragall, una Rita Hayworth que se tenía que aprender sus papeles de memoria o nuestra primera académica, Carmen Conde, años y años enlazando palabras con maestría, lo pillaron, tú me dirás para que voy a perder el tiempo haciendo sudokus.
   -Y lo pierdes haciendo barquitos...
   -¡Oh, no, es muy rápido! Mira, ya tengo hecho tres: el de en medio de la mesa está en aguas internacionales, el que está cerca del libro, en aguas territoriales, y el que he colocado encima lo he hecho con las páginas de Andalucía y está en los astilleros, reparándose.
   -¿Y ahora cuál te toca? Porque con ese no veo que te des mucha maña...
   -Sí, éste me está costando... Es el que estoy haciendo con las páginas de Sociedad, y la verdad, hija, de pequeñita no me enseñaron a hacer yates.
   -Ya... ¿Y qué piensas hacer cuando llegues a las de Necrológicas? ¿Incinerar el periódico?
   -No, Martina, no, la barca de Caronte.
   -¡Me voy al supermercado, tita, porque cuando te pones imposible...! Por cierto, ¿en qué me aconsejas que vaya, en barquita de remos o en piragua?
   -En barco de vapor, hija, ¡qué vas echando humo!

domingo, 16 de enero de 2011

Las dos horas de Tía Blasina

   -Tía blasina, te dejé ahí sentada hace dos horas y todavía andas igual, ¿qué haces?
   -...................
   -Ponle el ventilador al ordenador, que se te va a recalentar.
   -...................
   -¡Tita, sal de tus montañitas de papeles y deja de comer bollos!
   -Espera, hija, que termine esta cuenta... ¡Ya! Según mis cálculos, pagar la ansiedad que causa la crisis comiendo bollería o pan con manteca puede llegar a costarnos un 20% más que en la actualidad, por eso lo hago ahora. No me mires con esa cara, Martina, el pájaro de mal agüero que es Trichet dice que se van a encarecer los alimentos, una web de economía nos anima con que los cereales acabarán por subir un 15% y un tal Cramer de Wall Street pronostica que es posible que suba el precio del petróleo. Si sumas la harina del bollo a la que se come el bicho del que van a sacar la manteca y añades la electricidad que se gasta en los procesos de producción, el transporte de las mercancías, las ganancias de intermediarios, en fin, todo eso, pues tú me dirás, mejor va a ser desfogar la ansiedad saltando a la comba o ...
   -Me lo imagino, tita, pero como están las cosas, a más de uno y una hasta de eso se le van a quitar las ganas.
   -Pues no deberían, que eso es todavía gratis. Aunque al precio que están los condones...
   -Pero algo más habrás hecho en este tiempo.
   -Claro, Martina, he estado con las previsiones de mi casa para este año. La luz sube un 9'8, el alquiler me va a subir un 3, el autobús a la playa un 1'7, al agua le toca en junio, después de las municipales, la bombona vuelve a subir otra vez, sí, sí, no les bastó con las cuatro veces del año pasado, ahora un 3'3, que si siguen así la van a convertir en bombona de helio, y a todo esto no olvides que el IVA subió en julio. Añado los cálculos oficiales y reales del IPC y los cumpleaños de los electrodomésticos por aquello de la obsolescencia programada, y así consigo, más o menos, saber cuanto me voy a tener que apretar el sostén este año.
   -¿Y tu pensión?
   -No sé, hija, ha trepado encima del aparador muerta de pánico y no quiere bajar.
   -¿Intenciones suicidas?
   -Me temo que sí, Martina.

martes, 11 de enero de 2011

René encandila a Tía Blasina

   -¡Oh, René Lavand, qué hombre, qué elegancia, qué mano! ¿Te has fijado en sus ojos? Son seductores a más no poder, con esa mirada profunda...
   -Ja,ja, tía Blasina, que hemos asistido a un espectáculo de magia, no a un espectáculo de boys. Cualquiera que te oiga...
   -Pues publicidad callejera, ea.
   -Sí, pero ten cuidado con el paraguas que has estado a punto de saltarle un ojo a ese muchacho.
   -¡Cómo maneja las cartas, Martina! Más parece que las acaricia, o las seduce, o las engatusa... Aparecen, desaparecen... ¡Es increíble!
   -Genial, absolutamente genial. Y la limpieza y claridad con la que trabaja...
   -Y cómo embelesa al público con su voz, esos poemas, esas narraciones...
   -La verdad, tita, es que su espectáculo es una mezcla encantadora de magia y literatura. Es como un encantador de serpientes.
   -Cultiva nuestro asombro.
   -Al menos para quienes somos capaces de sacar a pasear a nuestro niño interior.
   -Hija, ¡qué solemne te pones!
   -Ja,ja. No, tita, es que es así. Conozco personas a quienes les enervan los juegos de magia porque no los pueden averiguar, ni controlar.
   -No follan en condiciones.
   -¡Tía Blasina!
   -Qué quieres que te diga, Martina, si uno no disfruta jugando, ¿cómo va a disfrutar con otros menesteres?
   -Estábamos hablando de lo magnífico que es como mago René Lavand...
   -Y esa coletilla que usa: No se puede hacer más lento... ¡Ay, qué pena que esté casado!
   -¡¡Tita, sal de tu encantamiento, que perdemos el autobús!!

jueves, 6 de enero de 2011

La mirada del lector

   -Martina, ¿tú fumas? Aquí nunca te he visto.
   -No, tita, ¿por qué?
   -Porque un comentarista del blog te recomienda que dejes de fumar.
   -¡A ver si va a ser por ti?
   -Sabes, Martina, que yo no fumo tabaco.
   -¿Entonces?
   -Quién sabe... quizá sea de esos lectores que confunden a los autores con sus personajes.
   -Es probable, tía Blasina, porque en ninguna entrada fumamos ni tú ni yo.
   -¿Y si es un espía de la ministra de sanidad? ¿Y si están tramando prohibir fumar en los blogs?
   -¿Y si sólo es que nos leen aunque se líen?
   -¡Martina, hay que celebrar que nos leen, encendamos unos habanos!
   -Tita,¿pretendes que baje al estanco con lo que está lloviendo?
   -No, hija, abre el cajón de mi mesilla, ahí tengo tabaco. No pongas esa cara de sorpresa, a algún que otro amante le gusta echarse un pito a los postres.
   -¡Diosanto! Negro, rubio, habanos, tabaco de liar... ¡Qué variedad, tita! ¿Ellos también son tan variados?
   -¡Cuidado, Martina, no vaya a confundirse otro lector y piense que la autora se pasa los días alegrándose los bajos!
   -¡Pásame lumbre, tita, que le vamos a dar gusto al comentarista!
   -¡Y a la ministra!

paratiablasinaymm@gmail.com