viernes, 22 de abril de 2011

La S.S. tras Martina y Tía Blasina

   -¡Tía Blasina, no te esperaba hasta mañana!
   -Y yo no me esperaba a mí misma de vuelta. ¡Cómo llueve en la playa, hija, bañarte no puedes, que hace frío, pero lo que es ducharte, a placer! Y tú qué ¿disfrutas de tu puente?
   -Lo comencé dándome un baño de multitudes.
   -¿A lo político V.I.P.?
   -A lo gárrulo. El miércoles fui a ver a unos amigos y a la vuelta de una esquina me agarró una turbamulta, me arrastró y desemboqué frente a una Virgen. Allí me tuve que quedar clavada dos Cristos y una Virgen más, hasta que logré gusanear lo suficiente como para llegar a una pared y seguirla hasta una calle más despejada. Llegué más de una hora tarde a mi cita dando vueltas y revueltas para no toparme con cofradías ni cofradieros.
   -¡Bah!, parece que no conoces esta ciudad en Semana Santa. Hay que andar de oído, al más mínimo porrompón hay que huir.
   -Como tú el lunes, ¿no?
   -Pero aquello era por una buena causa, Martina, necesitaba a toda costa sacar el billete de autobús para la playa... Entre eso y quedarme en la ciudad, tú me dirás. Además, como el oído me avisó y vi un Cristo cabizbajo y maniatado a lo lejos pude bordear, sólo tardé un cuarto de hora más en llegar a mi objetivo. Además, nadie me podrá decir que no veo cofradías, aunque sea a las cuatro de la tarde, ésta la vi. 
   -En qué quedamos, tita, ¿la viste o la bordeaste?
   -Fui al margen hasta que llegué a la calle que me interesaba, ¿me pego a la pared o rodeo la manzana? Como quien venía era la Virgen, segundona siempre como manda la Santa Madre Iglesia, pensé: detrás se acaba todo. No es que fuera exactamente así, pues tras la Virgen un tropel de gente, queriendo adelantarla, empujaba o arremetía con el carrito del bebé, sin embargo tuve paciencia y vi el resto de la procesión: cerrando la marcha dos furgones de la policía, el camión del servicio de limpieza municipal y un rosario de penitentes desperdigados, uno de ellos, algo acalorado, que se apresuraba con los faldones arremangados y luciendo unos calcetines de deportes blancos. Como verás, Martina, no fue una experiencia nada traumática. Querida, aún llueve ¿nos vamos a pasear un rato?
   -Espera que consulte internet, tita, a ver si con suerte llueve en las próximas dos horas y nos da tiempo de tomar un cafetito también.
   -Te va a castigar Dios...
   -Ya lo hizo el miércoles, tía Blasina, y desde entonces no he vuelto a pecar.
   -Pero yo sí.

                        (Dedicada, con mucho cariño, a I. B. A.)

Mujeres que comunican: http://tiablasina.blogspot.com/p/mujeres-que-dicen.html
      

1 comentario:

  1. Vaya mala suerte para ambas, ni la playa, ni la ciudad, pero no hay mal que por bien no venga, seguro que de las dos experiencias algo bueno salió ¿o no, tía Blasina?...¡Anda, que ya la voy entendiendo a usted!
    Besos para las dos

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