sábado, 18 de diciembre de 2010

Preferiría no hacerlo

   -Tía, enciende la luz, se te van a caer los ojos.
   -Llevas razón, Martina, es que comenzó un poco plomo, pero ahora me he quedado enganchada.
   -¿Qué es?
   -Un ensayo de Deleuze sobre Preferiría no hacerlo.
   -¡"Bartleby, el escribiente"! Es genial, me lo leí en un fin de semana que me fui a la playa, no se me olvida, me fascinó.
   -Pues el otro día pesqué éste por casualidad o por intuición, no sé, porque entré en la librería sin propósito.
   -¿Sin propósito, tía?
   -Bueno, ya me conoces, hija, no puedo estar más de dos semanas sin ojear una librería, cada uno tiene sus vicios... Pero escucha: ¿Por qué tendría que verse obligado el novelista a explicar el comportamiento de sus personajes, y a exhibir sus razones, cuando la propia vida jamás da explicaciones y mantiene tantas zonas oscuras, indiscernibles, indeterminadas en sus criaturas, zonas que desafían toda aclaración? Deleuze, haciendo referencia a unas reflexiones de Melville.
   Y el asunto nos llevó hasta cerca de la medianoche, porque después de discutir lo nuestro tía Blasina se empeñó en averiguar cómo podía conseguir "The Confidence-man", que según Deleuza está lleno de reflexiones de Melville acerca de la novela.
   -¡Qué cruz, hija, siempre que se me antoja un libro está descatalogado o sin traducir!
   Al final lo encontramos en una web de la Universidad de Virginia, con acceso libre ¡pero en inglés!, así que el siguiente paso fue la búsqueda de traductor.
    -¿Me puedes explicar, Martina, por qué no está traducida esta obra, si este señor es un clásico?
    -¿Mercado mercantilismo mercadería editorial?
    -¿Preguntas o afirmas?
    -Tú qué crees...

 paratiablasinaymm@gmail.com           

2 comentarios:

  1. ¿Y qué me decís, familia, de cuando se busca un libro durante siglos y se acaba encontrando cuando hacen una película? Un clásico como la Woolf se volvió rentable después de Las Horas.

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  2. Vamos a tener que nacer de nuevo para llegar a la primaria hablando inglés a la perfección, o que la vida de un vuelco y sea el castellano el idioma que domine el mundo, que todo es posible.
    En cualquier caso,¡qué dificil es salir de esa mercadería editorial,y qué negro lo tienen los escritores que de alguna u otra manera no se atengan a ello!
    Pero usted no decaiga, tía Blasina, déles donde más duele, a ver si despabilan y dejan que cada cual haga lo que le apetezca.

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