miércoles, 29 de diciembre de 2010

Porrompom

   Pom, porrompom, porropom pom pom, tiiiita, tatatiiiita, pom, porrompom,... y así hasta que temblequearon los cristales de la salita.
   -¿Qué cofradía desfila hoy, tía Blasina?
   La cara de mi tía se iba contrayendo conforme los porrompones se aproximaban al balcón. Sé que si hubiera sido león, con su rugido toda la selva hubiese temblado y los bichos habrían buscado refugio hasta bajo la última piedra.
   -¡No les basta con la Semana Santa, el Corpus, los ensayos previos, los traslados de Vírgenes y Cristos! ¡Hasta en Navidad! ¡Asómate, hija, que lo mismo están sacando en procesión al buey y a la mula!
   Y añadió descompuesta y entredientes:
   -Pero no abras el balcón, Martina.
   Los vi alejarse, eran poco más de una veintena entre la banda, unos pajes de Reyes Magos algo cutres y una pancarta con el reverso en blanco; en sordina, tras los tambores y trompetas, los acordes de A Belén Pastores.
   Cuando me di la vuelta, mi tía había desaparecido. La encontré cobijada en la otra punta de la casa, en el lugar más silencioso, el cuarto de baño y allí, sentada sobre la tapa del váter, se afanaba en cortarse las uñas.
   -Eran los Pajes Reales, tita.
   -¿A toque de Semana Santa? ¡Ojalá les traigan carbón!- bufó blandiendo las tijeritas.
   Me reí con su enfado y ella tronó:
  -¡Sí, por falta de creatividad y atentado contra la imaginación infantil!
   Me reí más y Tía Blasina, mirándome con los ojos muy abiertos y suplicantes, alegó:
  -Hija, ¿tú sabes lo que es vivir en una ciudad que pasea estatuas y tambores semana sí y la otra también?
   Ella es así, lleva más de treinta años viviendo en esta ciudad tan forofa de lo cofrade, como ella de San Bakunin Bendito y Santa Emma Goldman y aún no se acostumbra.

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jueves, 23 de diciembre de 2010

Tía Blasina por Navidad

   -¿Qué es todo este follón, tía Blasina?
   Me acerqué a ella procurando no pisar papeles de plata, borreguitos, ni bolsas de musgo y serrín.
   -No sé si poner primero la manifestación y a continuación el cadalso o al revés.
   -¡¿Pero no estás poniendo un Belén?!
   -Claro, Martina. ¡Mira que encanto de portal!
   Dentro de una caja de zapatos forrada de papel estraza y escarchada con algunas ramitas y hojas de otoño desmenuzadas, se veía a la familia: José, alto, enjuto y muy serio, daba de comer a la mula, mientras que María, pálida, regordeta y medio dormida, amamantaba a Jesús; al fondo unas alforjas y unos petates envueltos en telas.
   -¿De dónde los has sacado?
   -Me los regaló tu prima Mercedes, ya sabes que ella es una teóloga con los pies un poco fuera del tiesto.
   -Son encantadores... ¡¿Qué le has hecho al cagón?!
   El personaje no estaba sentado en su orinal, sino sobre una pila de recortes de periódico.
   -Nada, hija, ahí cagando, como manda la tradición, sólo que le he puesto papel en abundancia para que se limpie: la ley antitabaco, la ley Sinde, los decretazos económicos, los proyectos de jubilación, el canon digital...
   Mientras me contaba esto, tía Blasina se esmeraba en poner de pie, unos tras otros, a unos cuantos pastorcillos detrás de la lavandera y la mujer de los patos, que portaban bien cogida con fixo una pancarta. Las escoltaban los Reyes Magos.
   -¿Y los borreguitos, dónde los vas a poner?
   -Tranquila, Martina, que a los pastorcitos parece que los fabrican para que se caigan...
   Cuando terminó de poner al último en pie me pidió que le acercara los borreguitos.
   -Aquí, tras los sanedrines del templo, los borreguitos.
   Eran muñequitos de barro vestidos con chaqué y reliados en trocitos de papel higiénico a modo de toga. La miré esperando a que me lo aclarara.
   -La banca y los políticos, que también van al portal a pedir cosas al niño Jesús. Y ahora a rematar.
   Al final decidió colocar el cadalso dentro del portal y a un ángel delicado y esbelto a su lado.
   -Si logro encontrar un arcángel con espada, mejor, que tienen más poderío, no vaya a ser que cuando lleguen a pedir los de la toga se nieguen a pasar por el cadalso.
   Cuando me despedía, ya tenía el belén completo. El arcángel con espada lo había recortado de un folleto y sobrepuesto al anterior, al montoncillo del cagón había añadido recortes de los decretos de funcionarios y por último, colocaba una preciosa estrella de oriente de purpurina irisada sobre el portal.
   -Brilla mucho, los de la toga van a encontrar el portalico pronto y lo mismo pasan por encima de los pastores... me parece que voy a quitar a los Magos de la cabecera de la manifestación y los voy a poner al final, de servicio de seguridad, así  engatusan con el oro a togados y borregos, que para lo que le va a servir a la familia... Por cierto, Martina, si los Reyes Magos llevaron al portal oro, incienso y mirra y no se relata en los evangelios que José ni María sufrieran robo alguno ¿qué narices hicieron con esos regalos tan valiosos, que la familia nunca salió de pobre?
   -¿No lo sabes, tita? Sobornar a Herodes y luego al sanedrín para que dejaran en paz a Jesús hasta los 33 años. ¿O crees tú, tía Blasina, que Dios no está al loro de cómo funcionan las cosas en este mundo?

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sábado, 18 de diciembre de 2010

Preferiría no hacerlo

   -Tía, enciende la luz, se te van a caer los ojos.
   -Llevas razón, Martina, es que comenzó un poco plomo, pero ahora me he quedado enganchada.
   -¿Qué es?
   -Un ensayo de Deleuze sobre Preferiría no hacerlo.
   -¡"Bartleby, el escribiente"! Es genial, me lo leí en un fin de semana que me fui a la playa, no se me olvida, me fascinó.
   -Pues el otro día pesqué éste por casualidad o por intuición, no sé, porque entré en la librería sin propósito.
   -¿Sin propósito, tía?
   -Bueno, ya me conoces, hija, no puedo estar más de dos semanas sin ojear una librería, cada uno tiene sus vicios... Pero escucha: ¿Por qué tendría que verse obligado el novelista a explicar el comportamiento de sus personajes, y a exhibir sus razones, cuando la propia vida jamás da explicaciones y mantiene tantas zonas oscuras, indiscernibles, indeterminadas en sus criaturas, zonas que desafían toda aclaración? Deleuze, haciendo referencia a unas reflexiones de Melville.
   Y el asunto nos llevó hasta cerca de la medianoche, porque después de discutir lo nuestro tía Blasina se empeñó en averiguar cómo podía conseguir "The Confidence-man", que según Deleuza está lleno de reflexiones de Melville acerca de la novela.
   -¡Qué cruz, hija, siempre que se me antoja un libro está descatalogado o sin traducir!
   Al final lo encontramos en una web de la Universidad de Virginia, con acceso libre ¡pero en inglés!, así que el siguiente paso fue la búsqueda de traductor.
    -¿Me puedes explicar, Martina, por qué no está traducida esta obra, si este señor es un clásico?
    -¿Mercado mercantilismo mercadería editorial?
    -¿Preguntas o afirmas?
    -Tú qué crees...

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viernes, 10 de diciembre de 2010

Lágrimas, botas y flores.

     Anoche estaba muy cansada, la cabeza reliada en asuntos que nunca acabo de resolver, en sentimientos entrecruzados que tropiezan, chocan y me duelen. Las lágrimas se me escapaban una detrás de otra sin remedio hasta colarse por el cuello de la camisa.     
     Así estaba cuando tía Blasina vino a devolverme las botas de agua. Se quedó mirándome con una sonrisa tierna y me acarició el pelo. Depositó las botas junto a mi y me susurró:
     -Para que puedas cruzar tu río.
     Rompimos a reír. La miraba a ella, ella a mí y las dos a las botas de hule.
     -Deja que tus lágrimas florezcan- añadió.
     Y se marchó aprisa después de darme un abrazo achuchado. Había quedado con un jovencito de sesenta años ex-cura y catedrático en filología hebraica.

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miércoles, 8 de diciembre de 2010

Tarde de fiesta de guardar

      Mi tía Blasina y yo hemos decretado esta tarde de vagancia total. Aquí estamos las dos, ella acurrucada en su sillón con Homer y Langley y el sofá a modo de tumbona para mí y un ensayo de Deleuze sobre Preferiría no hacerlo. Lo cual, pienso, es la respuesta que daríamos a cualquiera que asomara la nariz por esta casa, propusiera lo que propusiera.
   -¿De verdad crees, hija, que un pueblo que hace fiesta oficial a una virgen que engendró sin coito puede sacar buenas puntuaciones en el informe P.I.S.A.?
   Salí del renglón que estaba leyendo para mirarla. Supongo que tendría una expresión un poco obnubilada, porque ella repitió lo que yo había escuchado a medias:
   -Digo, que hoy es festivo porque se celebra la Inmaculada Concepción, que el informe ese dice que vamos por debajo de los demás en comprensión lectora, razonamiento científico... ¿Cómo queremos que los chiquillos avancen si les estamos diciendo que una mujer puede tener un niño sin echar un kiki y que además es un misterio que la ciencia nunca descubrirá y que se lo tienen que creer a ciegas?
   -Creo, tía, que el informe P.I.S.A. requiere un análisis más en profundidad.
   -Claro, Martina, el de la España Profunda de la que todavía no hemos salido.
   -No seas así, tita, que hemos avanzado mucho en el último cuarto de siglo.
   -Puede... pero las vacaciones de invierno las dan para Navidad y las de primavera se rigen por el calendario eclesiástico, vamos, la Semana Santa; si hago memoria, cuando yo iba al colegio hace ochenta años también era así. Lo que sí tengo oído es que quieren alargar el curso escolar... mira por donde van a tener la oportunidad de dar las de verano el 18 de julio.
    Y se enfundó en su libro.

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domingo, 5 de diciembre de 2010

Tita, los milicos en el aeropuerto

   -Tita, han militarizado las torres de control de los aeropuertos...
   Mi tía Blasina sacó la cabeza del fondo del armario y me miró como si le hubiera dicho que un pulpo se paseaba por el pasillo de la casa.
   -¿Qué me has dicho?
   -Que el gobierno ha militarizado las torres de control de los aeropuertos y que ahora los que trabajan allí pasan a ser militares, que ya no son civiles.
   Mi tita me miró con preocupación compungida.
   -¿Y dónde ha pasado eso?
   -Cómo que dónde, aquí.
   -Aquí dónde.
   -Aquí, en España, tita.
   -Tú te has enterado mal, hija, Franco se murió en el 75.
   Y volvió a enterrarse en el armario empotrado, a ver si por fin lograba encontrar su jersey rojo magenta.

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