-¿Para eso querías que te subiera un periódico que tuviera sudokus, tía Blasina? Me metes prisa, que te lo traiga antes de ir al supermercado, que el médico te lo ha recomendado para la memoria ¡y te encuentro haciendo barquitos de papel!
-No te enfades, Martina, he empezado el sudoku, pero me aburría y me he puesto a ojear el periódico.
-¿Y?
-Pues que viene un artículo sobre el Alzheimer, lo que sufren quienes lo padecen y sus seres queridos, y he empezado a deprimirme; además, si personas con unas cabezas tan bien amuebladas como Suárez o Maragall, una Rita Hayworth que se tenía que aprender sus papeles de memoria o nuestra primera académica, Carmen Conde, años y años enlazando palabras con maestría, lo pillaron, tú me dirás para que voy a perder el tiempo haciendo sudokus.
-Y lo pierdes haciendo barquitos...
-¡Oh, no, es muy rápido! Mira, ya tengo hecho tres: el de en medio de la mesa está en aguas internacionales, el que está cerca del libro, en aguas territoriales, y el que he colocado encima lo he hecho con las páginas de Andalucía y está en los astilleros, reparándose.
-¿Y ahora cuál te toca? Porque con ese no veo que te des mucha maña...
-Sí, éste me está costando... Es el que estoy haciendo con las páginas de Sociedad, y la verdad, hija, de pequeñita no me enseñaron a hacer yates.
-Ya... ¿Y qué piensas hacer cuando llegues a las de Necrológicas? ¿Incinerar el periódico?
-No, Martina, no, la barca de Caronte.
-¡Me voy al supermercado, tita, porque cuando te pones imposible...! Por cierto, ¿en qué me aconsejas que vaya, en barquita de remos o en piragua?
-En barco de vapor, hija, ¡qué vas echando humo!