domingo, 6 de septiembre de 2020

¿Cuándo dejará de existir el miedo?

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El fantasma de una pulga      William Blake
 
Yacía el miedo entre los escombros
echando de menos a la humanidad:
¡Cuán dócil era esa especie,
cuán obediente a mis dictados!
Tiempos aquellos en que avalado
por años de civilización
con un leve soplo de mi aliento
enervaba las pieles
desorbitaba los ojos
constreñía las vísceras
agarrotaba músculos
aceleraba pulsos y respiración
torpedeaba iras, sembraba tristezas
desgajaba los pensamientos sin conmiseración.
¿Acaso ahora por un mísero ratón
que huye a su escondrijo,
por un simple gato que se encorva erizado
ante las fauces de un fiero bulldog
merece la pena existir?
¿Por una acobardada gacela
ante el lejano rugido de la fiera?
¡Viles ratas campan a sus anchas
estúpidas cucarachas por doquier
y estridentes cotorras me ignoran!
¿Qué vida ha de ser la mía
que ni me temen ni me odian
que cada cual a lo suyo
que roen, comen, cagan, se reproducen
que parecen no morir nunca?
Y el miedo se suicidó.

miércoles, 15 de julio de 2020

El presidente de Andalucía y tía Blasina cara a cara con mascarilla

                    Una comunidad da el pistoletazo de salida, con razón por la cantidad y el temor al desmadre de los rebrotes del virus que padece. Entendible, arriesgarse a una transmisión comunitaria, o que ya está sucediendo aunque no se la quiera nombrar como tal, es asunto mayor. Después de esto otras comunidades como en la que vivo, que presume de que no hay mayor problema, que todo va bien y está bajo control, decide sumarse a la imposición de la mascarilla en todos lados, en todas partes y además distancia de seguridad y para más añadidura aunque esté la calle vacía, y lo coronan todo con la posiblidad de una multa de cien euros si se desobedece.
                  Por supuesto, hablo con un especial enfado porque en la ciudad en que vivo hay una situación epidemiológica que ni siquiera roza lo bajo, más bien lo ausente, una ciudad que a las doce de la mañana hace 35º y a las cuatro de la tarde arde el asfalto bajo los 40º, una ciudad abrasadora como otras de mi comunidad que no da tregua ni a las nueve de la noche, que ya amanecemos con 25º. Aquí, a día de hoy, es más fácil que te dé un golpe de calor que otra cosa. Y de los temporeros y temporeras asándose vivos en el campo abrasado ¿qué? ¿que se frían además de los salarios de penuria?
                    Pero hay que sumarse al festín mascarillero no vayan a decir, pensarán los políticos gobernantes de turno, que pecan de imprudentes si no "implementan" la medida, no vaya a ser que con el tiempo se vayan las cosas de las manos y acaben por perder las poltronas, así que mejor pecar por sobra donde no hace falta y abstenerse de la sensatez donde hará falta mucha, entiéndase por ejemplo la vuelta a las aulas en todos los niveles educativos: vayan bien enmascarados por las calles, al aire libre, a ser posible por la sombra para no derretirse, conveniente también que guarden la distancia prescrita y ya en septiembre, cuando metamos a los estudiantes de todas las edades como sardinas en lata en sus aulas, pues.... habremos salvado el turismo de temporada, que la educación es asunto menor.
           A ver, señora Blasina, déjeme hablar que para eso soy su presidente:
             ¿Me pregunta usted por las reuniones y juergas, por los saraos, chiringuitos y discotecas, playeras o no, y otros festines? Pues no, de momento no tenemos eso que cuelga para ir cada noche sitio por sitio a multar multitudes sin mascarilla, si usted no tiene dinero nada más que para andar por la calle o no le gustan los saraos, pues a obedecer, que cuando la tele pasee sus cámaras por nuestras avenidas quedemos como ciudad ejemplar, la apariencia lo primero, no lo olvide. 
           ¿Me está preguntando por qué se han despedido de los hospitales hace un par de meses a unos miles del personal sanitario? Señora, que ya no hacían falta, a ver si es que ahora vamos a estar pagando a gente por atender tranquila y espaciadamente a los ciudadanos ya que los tenemos acostumbrados a las largas esperas... eso sería mal acostumbrarlos, ya cuando venga una nueva ola vírica haremos contratos aprisa y corriendo, aún hay tiempo. Y deje de quejarse, señora, que es por su bien, que con la edad que tiene es grupo de riesgo y aunque esa mascarilla solo le sirva para quedarse con sus fluidos si otro se los echa se aguanta, no es para tanto, que ahora van los autobuses y el metro medio vacíos y las calles medio despejadas. 
             ¿Tan pronto me va a preguntar lo que vamos a hacer con los autobuses urbanos y el metropolitano en septiembre? Pues si tanto interés tiene, lo mismo que con las aulas. Ah, que su sobrina Martina es maestra..., pues mejor, así no notará la diferencia del metro al aula, del aula al metro.    
            Lo que tiene usted, señora Blasina, es que es una pesimista, que ya anda pensando eso que dicen de una nueva ola del virus para otoño ¡pero si aquí no llega el otoño hasta finales de octubre, a qué tanta prisa por prever! Que no es mi intención ofenderla, pero parece pájaro de mal agüero, para entonces seguro que ya hemos encontrado alguna solución para todo. 
            ¿Qué le parece mal la improvisación, señora? Es virtud de quien domina su materia y territorio, el arte de la poltrona que le dicen. Usted no se apure y deje ya de darle vueltas a la cabeza y confíe en nosotros, ¿pues no ve que ya hemos hecho leyes para construir en la costa y otras cuantas del mismo estilo ladrillo? Porque... ¿cómo espera usted, señora, que salga esta comunidad adelante si no es a base de ladrillo, chiringuitos, de todo tipo, bares y turismo? No es que la economía sea lo primero, no me malinterprete, pero a ver qué hacemos con el casi millón de parados si no les damos el caramelito de la obra, el chapú y la hostelería.      
             ¿Indrustrialización, inversiones en lo público, energías renovables? Mire señora Blasina, cállese, que está usted pecando de roja y anarquista y no le pega con los años que tiene. Usted tranquilita en su casa, a sus labores, con sus cositas y sus amigas, y déjenos a los que entendemos en paz, que ya anda usted dando la brasa más de la cuenta.
               ¡¡¡ ZAS !!! ¡¡¡PLAF!!! 
                    ¡¡AY!! 

viernes, 26 de junio de 2020

La mascarilla feroz

 
Homenaje a los sanitarios    Banksy
      
¡Atención grandes y pequeños, mi sobrina Martina y yo os vamos a representar un teatrillo callejero de todos los días! (Breve adaptación, en los tiempos que corren, de un fragmento de un cuento popular)

-Tita, tita, llevas la mascarilla en la frente...
-Es para enjugar un poco el sudor, Martina, ¡hace tanto calor!
-Tita, tita, llevas la mascarilla en la papada...
-Es para disimularla mejor, sobrina.
-Tita, tita, llevas la mascarilla colgando de la oreja...
-Ay, querida, es que me he olvidado de los pendientes.
-Tita, tita, llevas la mascarilla en la mano...
-Es para que se airee un poco.
-¡Tita, tita es que nunca llevas la mascarilla sobre la nariz y la boca!
-¡Es para contagiarte mejor!
Y antes de que Martina pudiera huir a más dos metros, la tita estornudó y a su sobrina contagió. 

Y colorín colorado, más de uno se ha visto retratado. 

viernes, 12 de junio de 2020

Conversaciones de la "nueva normalidad"

-Hola, cariño, ¿qué ocurre?, te veo triste la mascarilla...
 
                          ***

-¡Qué suaves tienes las manos, Lupe! ¿Qué gel hidroalcóholico utilizas?

                                                                ***

-Hola, hija, ¿qué has hecho hoy en el cole?
-Nos hemos lavado las manos, la profe ha explicado una cosa, nos hemos lavado las manos, la profe ha explicado otra vez la misma cosa...
-¿Qué pasaba? ¿Era una cosa muy difícil?
-No sé... es que con la mascarilla no se le entiende bien.

                                                                   ***

-Mi amor, ¡bésame!
-Espera que desinfecte la mascarilla.

                                                                    ***

-Señor, al supermercado hay que acceder con mascarilla.
-La llevo.
-No cuela, son la barba y los labios pintados de azul.

                                                                    ***

-¡¿Qué te has hecho en las manos?!
-Me las he plastificado, sale más barato que usar guantes desechables.

                                                                     ***

-Pedro, quítate la mascarilla de la frente.
- .........
-Pedro, haz el favor de quitarte la mascarilla de la oreja.
- .........
-¡Pedro, te quieres quitar la marcarilla de la papada!
-Pero bueno, ¡quieres dejar de criticarme!
-¿Es que no te la puedes poner delante de la nariz y la boca como es debido?
-Oye, oye, que lo único que han dicho es que es obligatorio llevarla...

                                                                 ***

-Roberto, date prisa que llegamos tarde al cine.
-¡Es que no encuentro la puñetera mascarilla!
-¿Has mirado encima del mueble bar?
-Sí.
-¿En la encimera de la cocina?
-También.
-¿No la habrás dejado donde el mando de la tele?
-¡Ajá, aquí está! Se había encajado en la raja del sofá con el mando.
-Sacúdela, que lleva colgando una cáscara de cacahuete.

                                                              ***

-Oiga, señora, guarde el metro y medio de distancia.
-¿Y cómo quiere entonces que le birle la cartera?

                                                               ***

-Mira, Fifí, un pobre en la puerta de la iglesia.
-Vamos a acercarnos a metro y medio a dejarle una moneda, Cuqui.
-¿No será demasiado cerca?
-Mujer, es la distancia obligatoria.
-Ay, hija, qué cumplidora eres siempre.

domingo, 12 de abril de 2020

Lista de la compra imprescindible en tiempos confinados

-Plim pirimplín plin plin... Plim pirimplín plin plin...
-Hola, sobrina, ¿qué tal? ¿Se te han caído ya los ojos con tanto ordenador?
-Deja, deja, tita, que me he hecho el propósito de ponerme un horario para teletrabajar y pienso cumplirlo a rajatabla.
-Eso está por ver...
-Pues mira, sí, te llamo porque voy a la compra, por si quieres que te lleve algo.
-Estupendo. Me traes un par de zanahorias.
-¿Grandes o pequeñas?
-Mejor un cuarto variadas y así elijo.
-Te llevé a principio de semana, ¿tan pronto se te han acabado?
-No... es que se han puesto un poco blandurrias.
-Bueno, tita, pero aprovéchalas, seguro que no han perdido el sabor.
-¡Anda, anda, el sabor ni el sabor! Y unos cuantos plátanos medianitos.
-¿Algo más, tita?
-Un par de kiwis
-Si a ti no te gustan...
-Mujer, para hacer juego con el resto, así redonditos y peluditos... Y de paso me compras una revista del corazón o alguna de ese estilo, tú la ojeas y la que traiga más anuncios de eslips, pues esa.
-Tía Blasina...
-Soy humana, sobrina... Y el confinamiento, de momento, solo es físico. Aún no nos han confinado el cerebro.
- ... ... ...
-Ya, sí, lo mismo pienso, pero no nos pongamos pesimistas, Martina, si no, no me va a servir de nada que me traigas la compra, ni a ti el satisfayer que te regalé por Reyes. Además, estamos en guerra, tu deber como patriota para contribuir a ganar esta batalla es ser una buena compatriota y avituallarme de lo que necesario para seguir haciendo frente al enemigo con valor y coraje, sin doblegarme, para salir victoriosa de esta contienda.
-Vale, tita, vale, también te prestaré el póster de Robert Redford en sus buenos tiempos.

viernes, 3 de abril de 2020

Consejos de Tía Blasina frente al coronavirus (II): Hay que matar el aburrimiento

Eleven A.M.                  Edward Hopper

         Queridos y queridas enclaustrados y enclaustradas, confinados y confinadas, encerrados y encerradas, recluidos y recluidas:
          Una tarea que parece prescriptiva estas semanas es pecar contra el quinto mandamiento. No, señora, no es arrojar un viejo tomo de enciclopedia a su vecino del segundo que desafina a gallo limpio pensando que es Pavarotti; ni tampoco, caballero, idear la mejor forma de atraer a los chillones quintillizos del bajo al centro del patinillo para dejarles caer el macetón de la kentia a ver si se convierten en mellizos. Solo hablamos de matar el aburrimiento y el tiempo.
           He aquí algunos consejos extraídos de mi experiencia en estos días:
           1.-Reparación de solería.
       Después de tres semanas de confinamiento comenzaron a aparecer en el pasillo de mi casa surcos, quizá por seguir el consejo gimnástico de mi vecina del A: caminar cada día 1000 pasos.
          Se toman rollos de papel higiénico de los almacenados tras varios saqueos; se aplastan convenientemente y se introducen en los surcos, ajustándolos a modo de pavimento adoquinado. No es necesario darle ningura tintura en particular, del continuo pisoteo adquirirá en breve la tonalidad grisácea del auténtico.
           Esta reparación es necesaria antes de aparecer en el piso inferior, pues eso violaría el confinamiento decretado en el estado de alarma.
        2.-Cultivar la escritura.
            Es de todos conocido que la escritura es terapéutica, relajante y contribuye a ordenar nuestras ideas. No hay más que apreciar las leyendas en las puertas de los urinarios; incluso líderes políticos de la talla de Donald Trump son tuiteros que obtienen un gran relax mediante la escritura de memeces, necedades, exabruptos, insultos, calumnias, falsedades, crueldades, etc. Aunque no sé si he echado mano de los ejemplos más idóneos, pues no tienen ideas que ordenar.
               Pero vosotros y vosotras sí, así que os animo a perder la vergüenza y expresaros: para ordenar las ideas, matar el tiempo o asesinar al aburrimiento. Yo la perdí el otro día:
Esto del confinamiento
es asunto difícil de pelar
hablo con la tele
que me ignora
hablo con el frigorífico
que me muestra frialdad
la lavadora en blanco
mi cama durmiendo
el armario encerrado en sí mismo
y yo me desespero.
Cojo papel y boli
la tinta se corre
el papel se humedece
¡cómo disfrutan los dos!
y del teclado qué decir
se mofa de mi índice
único dedo pulsador.
Al fin me asiento
claudico de mi vagabundeo
escucho a las orejas del sillon
sí es cierto que dialogar puedo
con un hermoso volumen
que me cuenta y le cuento
Virtud de los libros
espacios abiertos.

¡Matad, asesinad al aburrimiento, no quiero que acabéis así!:
Eine Kleine Nachtmusik                               Dorothea Tanning
 

jueves, 19 de marzo de 2020

Consejos de Tía Blasina frente al coronavirus ( I ): Lavado de manos amoroso

    Queridos y queridas enclaustrados y enclaustradas, confinados y confinadas, encerrados y encerradas, recluidos y recluidas, aislados y aisladas (tenéis tiempo de sobra, no os quejéis porque me alargo, cultivad la paciencia):

    Estos consejos os los ofrezco con mucho cariño, aburrimiento, resoplidos y los ojos ya saltones y requemados de tanto mirar pantallas.

Lavarse las manos amorosamente:
1.-Coja la pastilla de jabón y abrácela entre sus manos bajo un leve chorrillo de agua.
2.-Una vez cerrado el grifo, cierre también los ojos y deslícela, rodéela..., en resumidas cuentas, magréela con parsimonia visualizando la parte corporal que más sugiera a sus deseos.
3.-Suelte la pastilla de jabón antes de desgastarla por completo y concéntrese ahora en acariciar pausadamente sus manos por todas partes, como haría si fuera... lo que está viendo en su libidinosa mente.
4.-En nuestras caricias y magreos no debemos olvidar ningún rincón por escondido que se encuentre, así pasamos a frotar con delicadeza y diligencia los pliegues entre los dedos cual clítoris o pepitillas sandungueras fueren. Una vez que nos hemos recreado en ellos e incluso gemido un poquito pasamos a...
5.-Hacerle una pajilla a cada uno de nuestros dedos sin olvidar frotar adecuadamente la punta.
6.-Y ahora que llegamos al clímax de nuestro lavado, abrimos el grifo que suelte un buen chorro de humedades y aguas.
      Recomiendo secarse posteriormente para no pillar cándidas.

El próximo día hablaré de cómo solucionar el problema de 
                                 Subirse por las paredes

Hasta entonces, Salud y ...