miércoles, 15 de julio de 2020

El presidente de Andalucía y tía Blasina cara a cara con mascarilla

                    Una comunidad da el pistoletazo de salida, con razón por la cantidad y el temor al desmadre de los rebrotes del virus que padece. Entendible, arriesgarse a una transmisión comunitaria, o que ya está sucediendo aunque no se la quiera nombrar como tal, es asunto mayor. Después de esto otras comunidades como en la que vivo, que presume de que no hay mayor problema, que todo va bien y está bajo control, decide sumarse a la imposición de la mascarilla en todos lados, en todas partes y además distancia de seguridad y para más añadidura aunque esté la calle vacía, y lo coronan todo con la posiblidad de una multa de cien euros si se desobedece.
                  Por supuesto, hablo con un especial enfado porque en la ciudad en que vivo hay una situación epidemiológica que ni siquiera roza lo bajo, más bien lo ausente, una ciudad que a las doce de la mañana hace 35º y a las cuatro de la tarde arde el asfalto bajo los 40º, una ciudad abrasadora como otras de mi comunidad que no da tregua ni a las nueve de la noche, que ya amanecemos con 25º. Aquí, a día de hoy, es más fácil que te dé un golpe de calor que otra cosa. Y de los temporeros y temporeras asándose vivos en el campo abrasado ¿qué? ¿que se frían además de los salarios de penuria?
                    Pero hay que sumarse al festín mascarillero no vayan a decir, pensarán los políticos gobernantes de turno, que pecan de imprudentes si no "implementan" la medida, no vaya a ser que con el tiempo se vayan las cosas de las manos y acaben por perder las poltronas, así que mejor pecar por sobra donde no hace falta y abstenerse de la sensatez donde hará falta mucha, entiéndase por ejemplo la vuelta a las aulas en todos los niveles educativos: vayan bien enmascarados por las calles, al aire libre, a ser posible por la sombra para no derretirse, conveniente también que guarden la distancia prescrita y ya en septiembre, cuando metamos a los estudiantes de todas las edades como sardinas en lata en sus aulas, pues.... habremos salvado el turismo de temporada, que la educación es asunto menor.
           A ver, señora Blasina, déjeme hablar que para eso soy su presidente:
             ¿Me pregunta usted por las reuniones y juergas, por los saraos, chiringuitos y discotecas, playeras o no, y otros festines? Pues no, de momento no tenemos eso que cuelga para ir cada noche sitio por sitio a multar multitudes sin mascarilla, si usted no tiene dinero nada más que para andar por la calle o no le gustan los saraos, pues a obedecer, que cuando la tele pasee sus cámaras por nuestras avenidas quedemos como ciudad ejemplar, la apariencia lo primero, no lo olvide. 
           ¿Me está preguntando por qué se han despedido de los hospitales hace un par de meses a unos miles del personal sanitario? Señora, que ya no hacían falta, a ver si es que ahora vamos a estar pagando a gente por atender tranquila y espaciadamente a los ciudadanos ya que los tenemos acostumbrados a las largas esperas... eso sería mal acostumbrarlos, ya cuando venga una nueva ola vírica haremos contratos aprisa y corriendo, aún hay tiempo. Y deje de quejarse, señora, que es por su bien, que con la edad que tiene es grupo de riesgo y aunque esa mascarilla solo le sirva para quedarse con sus fluidos si otro se los echa se aguanta, no es para tanto, que ahora van los autobuses y el metro medio vacíos y las calles medio despejadas. 
             ¿Tan pronto me va a preguntar lo que vamos a hacer con los autobuses urbanos y el metropolitano en septiembre? Pues si tanto interés tiene, lo mismo que con las aulas. Ah, que su sobrina Martina es maestra..., pues mejor, así no notará la diferencia del metro al aula, del aula al metro.    
            Lo que tiene usted, señora Blasina, es que es una pesimista, que ya anda pensando eso que dicen de una nueva ola del virus para otoño ¡pero si aquí no llega el otoño hasta finales de octubre, a qué tanta prisa por prever! Que no es mi intención ofenderla, pero parece pájaro de mal agüero, para entonces seguro que ya hemos encontrado alguna solución para todo. 
            ¿Qué le parece mal la improvisación, señora? Es virtud de quien domina su materia y territorio, el arte de la poltrona que le dicen. Usted no se apure y deje ya de darle vueltas a la cabeza y confíe en nosotros, ¿pues no ve que ya hemos hecho leyes para construir en la costa y otras cuantas del mismo estilo ladrillo? Porque... ¿cómo espera usted, señora, que salga esta comunidad adelante si no es a base de ladrillo, chiringuitos, de todo tipo, bares y turismo? No es que la economía sea lo primero, no me malinterprete, pero a ver qué hacemos con el casi millón de parados si no les damos el caramelito de la obra, el chapú y la hostelería.      
             ¿Indrustrialización, inversiones en lo público, energías renovables? Mire señora Blasina, cállese, que está usted pecando de roja y anarquista y no le pega con los años que tiene. Usted tranquilita en su casa, a sus labores, con sus cositas y sus amigas, y déjenos a los que entendemos en paz, que ya anda usted dando la brasa más de la cuenta.
               ¡¡¡ ZAS !!! ¡¡¡PLAF!!! 
                    ¡¡AY!! 

1 comentario:

  1. Tema controvertido el elegido por tía y sobrina, con opiniones para todos los gustos. Yo me acojo a uno de los lemas de José Mota : "Y si si", y salgo con mascarilla a la calle, dado que además soy "factor de riesgo". Post data: Me alegra mucho saber de vosotras, ojalá en algún momento decidáis pasar por la Casa de la Sirena, si eso fuese posible. Fuerte abrazo

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