Una
comunidad da el pistoletazo de salida, con razón por la cantidad y
el temor al desmadre de los rebrotes del virus que padece.
Entendible, arriesgarse a una transmisión comunitaria, o que ya está
sucediendo aunque no se la quiera nombrar como tal, es asunto mayor.
Después de esto otras comunidades como en la que vivo, que presume
de que no hay mayor problema, que todo va bien y está bajo control,
decide sumarse a la imposición de la mascarilla en todos lados, en
todas partes y además distancia de seguridad y para más añadidura
aunque esté la calle vacía, y lo coronan todo con la posiblidad de
una multa de cien euros si se desobedece.
Por supuesto, hablo con
un especial enfado porque en la ciudad en que vivo hay una situación
epidemiológica que ni siquiera roza lo bajo, más bien lo ausente,
una ciudad que a las doce de la mañana hace 35º y a las cuatro de
la tarde arde el asfalto bajo los 40º, una ciudad abrasadora como
otras de mi comunidad que no da tregua ni a las nueve de la noche,
que ya amanecemos con 25º. Aquí, a día de hoy, es más fácil que
te dé un golpe de calor que otra cosa. Y de los temporeros y
temporeras asándose vivos en el campo abrasado ¿qué? ¿que se
frían además de los salarios de penuria?
Pero hay que sumarse al
festín mascarillero no vayan a decir, pensarán los políticos
gobernantes de turno, que pecan de imprudentes si no "implementan"
la medida, no vaya a ser que con el tiempo se vayan las cosas de las
manos y acaben por perder las poltronas, así que mejor pecar por
sobra donde no hace falta y abstenerse de la sensatez donde hará
falta mucha, entiéndase por ejemplo la vuelta a las aulas en todos
los niveles educativos: vayan bien enmascarados por las calles, al
aire libre, a ser posible por la sombra para no derretirse,
conveniente también que guarden la distancia prescrita y ya en
septiembre, cuando metamos a los estudiantes de todas las edades como
sardinas en lata en sus aulas, pues.... habremos salvado el turismo
de temporada, que la educación es asunto menor.
A ver, señora Blasina,
déjeme hablar que para eso soy su presidente:
¿Me pregunta usted por
las reuniones y juergas, por los saraos, chiringuitos y discotecas,
playeras o no, y otros festines? Pues no, de momento no tenemos eso
que cuelga para ir cada noche sitio por sitio a multar multitudes sin
mascarilla, si usted no tiene dinero nada más que para andar por la
calle o no le gustan los saraos, pues a obedecer, que cuando la tele
pasee sus cámaras por nuestras avenidas quedemos como ciudad
ejemplar, la apariencia lo primero, no lo olvide.
¿Me está preguntando
por qué se han despedido de los hospitales hace un par de meses a
unos miles del personal sanitario? Señora, que ya no hacían falta,
a ver si es que ahora vamos a estar pagando a gente por atender
tranquila y espaciadamente a los ciudadanos ya que los tenemos
acostumbrados a las largas esperas... eso sería mal acostumbrarlos,
ya cuando venga una nueva ola vírica haremos contratos aprisa y
corriendo, aún hay tiempo. Y deje de quejarse, señora, que es por
su bien, que con la edad que tiene es grupo de riesgo y aunque esa
mascarilla solo le sirva para quedarse con sus fluidos si otro se los
echa se aguanta, no es para tanto, que ahora van los autobuses y el
metro medio vacíos y las calles medio despejadas.
¿Tan pronto me va a
preguntar lo que vamos a hacer con los autobuses urbanos y el
metropolitano en septiembre? Pues si tanto interés tiene, lo mismo
que con las aulas. Ah, que su sobrina Martina es maestra..., pues
mejor, así no notará la diferencia del metro al aula, del aula al
metro.
Lo que tiene usted,
señora Blasina, es que es una pesimista, que ya anda pensando eso
que dicen de una nueva ola del virus para otoño ¡pero si aquí no
llega el otoño hasta finales de octubre, a qué tanta prisa por
prever! Que no es mi intención ofenderla, pero parece pájaro de mal
agüero, para entonces seguro que ya hemos encontrado alguna solución
para todo.
¿Qué le parece mal la
improvisación, señora? Es virtud de quien domina su materia y
territorio, el arte de la poltrona que le dicen. Usted no se apure y
deje ya de darle vueltas a la cabeza y confíe en nosotros, ¿pues no
ve que ya hemos hecho leyes para construir en la costa y otras
cuantas del mismo estilo ladrillo? Porque... ¿cómo espera usted,
señora, que salga esta comunidad adelante si no es a base de
ladrillo, chiringuitos, de todo tipo, bares y turismo? No es que la
economía sea lo primero, no me malinterprete, pero a ver qué
hacemos con el casi millón de parados si no les damos el caramelito
de la obra, el chapú
y la hostelería.
¿Indrustrialización,
inversiones en lo público, energías renovables? Mire señora
Blasina, cállese, que está usted pecando de roja y anarquista y no
le pega con los años que tiene. Usted tranquilita en su casa, a sus
labores, con sus cositas y sus amigas, y déjenos a los que
entendemos en paz, que ya anda usted dando la brasa más de la
cuenta.
¡¡¡
ZAS !!! ¡¡¡PLAF!!!
¡¡AY!!
Tema controvertido el elegido por tía y sobrina, con opiniones para todos los gustos. Yo me acojo a uno de los lemas de José Mota : "Y si si", y salgo con mascarilla a la calle, dado que además soy "factor de riesgo". Post data: Me alegra mucho saber de vosotras, ojalá en algún momento decidáis pasar por la Casa de la Sirena, si eso fuese posible. Fuerte abrazo
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