-¿Un cafelito, tita?
-Sí, hija, y otro paquetito de pañuelitos de papel, por favor.
-Venga, tita, ya estaba muy mayor..., algún día se tenía que ir...
-Y yo.
-No pienses ahora en eso, acuérdate sobre todo de lo que decía al final, aquello de que se habla mucho del derecho a la vida y se nos olvida el deber de vivirla. Y acuérdate de su risa, de su sentido del humor... Anda, venga, tita, vamos a ver otra vez la entrevista.
-Sí, hija, sí. ¿Sabes, Martina? Hombres como este ya no se fabrican, creo que la gente se tendría que esmerar más cuando echa los polvos. Dale al ordenador, que mientras me voy a liar un quitapenas.
-Tita...
-Ssss... tú a lo tuyo, venga, dale, que la vida son dos días y nos dormimos mucho. Martina, hija, pica aquí, que si no, no sale.
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