-Plim
pirimplín plin plin... Plim pirimplín plin plin...
-Hola,
sobrina, ¿qué tal? ¿Se te han caído ya los ojos con tanto
ordenador?
-Deja,
deja, tita, que me he hecho el propósito de ponerme un horario para
teletrabajar y pienso cumplirlo a rajatabla.
-Eso
está por ver...
-Pues
mira, sí, te llamo porque voy a la compra, por si quieres que te
lleve algo.
-Estupendo.
Me traes un par de zanahorias.
-¿Grandes
o pequeñas?
-Mejor
un cuarto variadas y así elijo.
-Te
llevé a principio de semana, ¿tan pronto se te han acabado?
-No...
es que se han puesto un poco blandurrias.
-Bueno,
tita, pero aprovéchalas, seguro que no han perdido el sabor.
-¡Anda,
anda, el sabor ni el sabor! Y unos cuantos plátanos medianitos.
-¿Algo
más, tita?
-Un
par de kiwis
-Si
a ti no te gustan...
-Mujer,
para hacer juego con el resto, así redonditos y peluditos... Y de
paso me compras una revista del corazón o alguna de ese estilo, tú
la ojeas y la que traiga más anuncios de eslips,
pues esa.
-Tía
Blasina...
-Soy
humana, sobrina... Y el confinamiento, de momento, solo es físico.
Aún no nos han confinado el cerebro.
-
... ... ...
-Ya,
sí, lo mismo pienso, pero no nos pongamos pesimistas, Martina, si
no, no me va a servir de nada que me traigas la compra, ni a ti el
satisfayer que te regalé por Reyes. Además, estamos en guerra, tu
deber como patriota para contribuir a ganar esta batalla es ser una
buena compatriota y avituallarme de lo que necesario para seguir
haciendo frente al enemigo con valor y coraje, sin doblegarme, para
salir victoriosa de esta contienda.