-¡Pero
tita, ¿qué haces?, sácate la mano de ahí!
-¡Ay,
Martina, es que la tele me está poniendo de un subido...!
-Son
las dos de la tarde, tía Blasina, ¡qué van a poner!
-Siéntate
y mira, hija, ya verás...
-¡Madre
mía, eso no es una alemanita, es una alemana completa!
-Pues
espérate, que si él disfruta, verás tú ella...
-¡Joder,
qué arte con el látigo, tita!, ¡y le está clavando el tacón en
la tonsura!
-Estate
atenta, que lo mismo hace lo de antes... y en ese paisaje tan verde y
tan frondoso...
-¿El
qué?
-Lo
lleva paseando de la correa, le tira un recorte y él sale
disparado a cogerlo, pero así, a cuatro patas y jadeando.
-¡Es
verdad, tita! ¡Anda!, ¿qué es?
-Creo
que el tuyo, Martina, y el de tu trabajo, ¿no lleva una tiza
colgando de la lengua?
-Pero
hay algo más..., parece... Le... Dependenc... San...dad...
-¡Y
ahora le arroja otro! ¿Priva...za...ones?
-¿Sabes,
tita?, llevas razón, esto pone muy pero que muy caliente, deberíamos
salir al fresco de la calle lo antes posible a ver si terminamos con
esto. Por cierto, ¿qué hacías con la mano bajo el faldón?
-Buscar
la chapita de Escuela Pública, que se me ha escurrido y quiero
colocarla en su sitio... ¡Ah, aquí está! ¡Ya!
-¿En
el rodete?
-Claro,
hija, bien alta, que se vea.
Pues tiene usted razón, tia Blasina, la estampa es para colocarse la chapa delante del corazón, porque estos tirán a dar. Del amigo americano hemos pasado a la amiga alemana, que nos pilla más cerca, no sé yo que va a salir de todo esto.
ResponderEliminarPD: Me alegra veros por aquí, supongo que fresquitas del verano y dispuestas a la batalla.
Abrazos