Mujeres que comunican

(VII)
     Soy Dorothy Hare, la hija única del reverendo Charles Hare. George Orwell me creó como protagonista de su libro "La hija del clérigo" en 1935 y cuenta de mí(¿o quizá de ti en 2012?)lo siguiente:

             "...El viento le recordó el frío que había pasado en Trafalgar Square. Y, aunque en realidad no pensaba que perder su trabajo equivaliera a volver a aquel submundo -en el peor de los casos su primo o alguna otra persona la habrían ayudado-, la charla de la señora Creevy había hecho que Trafalgar Square le pareciera de pronto mucho más próxima. Le había hecho entender a la perfección el gran mandamiento moderno, el undécimo mandamiento que impera sobre todos los demás: 'Conservarás tu empleo?'."



(VI)
      Soy Margarita. Aprendí a leer y escribir hace unos pocos años y ahora puedo contar cosas en mi cuaderno:

           De chica fui una niña traviesa, nací en 1.938 en el segundo año de la guerra. Éramos cuatro hermanos, dos varones y dos hembras. No tuve colegio, mis padres estaban en un cortijo de encargados a siete quilómetros del pueblo. Venía una vez en semana un maestro a darnos clase y a los niños que había allí cerca nos dejaba deberes hasta la siguiente semana que venía otra vez. Estaría viniendo cuatro años, un día se fue y ya no vino más. Era un maestro que enseñaba muy bien. Ese fue el colegio que tuve. Con once años me fui a coger aceitunas de sol a sol, trabajé en todo lo que había de trabajo en el campo y cuando no había trabajaba en casa, era una casa de mucho trabajo.
         Con quince años me eché novio hasta los veintiuno que me casé. A los cuatro años de casada me vine a Sevilla. Mi marido se colocó en Tussam y ahí ha estado hasta su jubilación. Yo vine con tres niñas, una de tres años y dos gemelas de nueve meses. Estuve viviendo seis años en dos habitaciones, comprando el agua una vez al día que pasaba un hombre con un carro y una pipa con agua, cogíamos hasta el otro día que pasaba. Entre los trabajadores de Tussam hicieron una cooperativa y nos hicieron los pisos y llevamos ya cuarenta y un años, veinte años de mi hija y diecisiete de las dos gemelas. Vino otra niña que yo ya tenía cuarenta y dos años, que hoy es profesora de secundaria. Eso fue un regalo para las hermanas y ahora para nosotros.
       Y ya no digo más nada, todavía hay más pero ya me quedo aquí. Ha habido malo y bueno, de todo. He trabajado mucho toda mi vida y ahora no tengo ni paga.

                               Martina: Hay que tener agallas para aprender a leer y escribir a los 70 años.
                  Tía Blasina: Y muchas ganas de vivir en las entrañas. 


                               
(V)
     Soy Mercedes Navarro, soy mujer, hija, hermana, nieta,... soy monja católica, psicóloga, teóloga,... soy una persona que comienza una de sus conferencias diciendo:

  “Cuando éramos niñas hacíamos sobre nuestro rostro la señal de la cruz, que identificábamos como la señal del cristiano (en masculino). De jóvenes muchas de nosotras sospechábamos que era una señal incompleta (la mitad del misterio pascual). De mayores hemos aprendido que es una señal con trampa. A la cruz le faltaba la resurrección, la felicidad, la vida... ahora y aquí."

                          Martina: Lo recuerdo. Habíamos nacido para sufrir, para servir, para estar a disposición de los demás, para entregar nuestra vida, para callar, para ser invisibles, modestas, humildes...
                       Tía Blasina: ...para tener los ojos grises, la piel cenicienta, el pelo cano, las manos escondidas...
                       Martina: Recuerdo todos los pecados: no estar triste por un muerto...
                       Tía Blasina:...reír con alegría sin ton ni son...
                       Martina:...besar, palpar, tocar, mirar el cuerpo y los cuerpos, nuestro cuerpo...
                       Tía Blasina:...dedicarnos tiempo, perder el tiempo...
                       Martina: Y era el tiempo de ellos el que nos perdía.
                      Tía Blasina: Poco a poco lo vamos recuperando
                      Martina: Yo quiero aprisa, aprisa.
                      Tía Blasina: Amén, así sea.

  


(IV)
      Soy una anciana japonesa, de mí sólo sabéis lo que escuchasteis en un medio de comunicación, cuando ya estaba a salvo:

    "Lo he perdido todo, pero he conseguido traerme a mí misma."

             Martina: Cuesta entenderlo, nosotros si no tenemos, no somos. Si lo perdemos todo, sentimos que dejamos de ser.
             Tía Blasina: Tenemos nuestros "sellos": esta ropa, esta casa, este coche, estas ideas, estas palabras, estos gestos, esto y aquello. Capas de lava solidificadas en torno a nuestro agujero central, nuestro ser.
             Martina: Y el verbo ser todo el día en la boca, en el pensamiento, en los sentimientos: es idiota, es genial, es así o asá, es no es.
             Tía Blasina: ¿Alguna vez has cerrado los ojos y has imaginado, cosa por cosa, que lo pierdes todo, absolutamente todo?
             Martina: No, ¿y tú?
            Tía Blasina: Sí. La desnudez, la pérdida de la identidad. Pruébalo, mira con los ojos de tu mente cada objeto de tu casa, de cada cajón, estante o armarito, de cada mueble, por pequeño que sea. Desde el objeto más utilitario hasta el que te traiga más poderosos recuerdos, imagina, siente que nunca más los verás, tocarás, escucharás.... Cuando lo hagas, cuéntamelo.



(III)
      Soy Emma Goldman, nací en 1.869, en Lituania, y a los 16 años emigré a los Estados Unidos tras una discusión con mi padre, quien pretendía casarme desde los 15 años. Allí trabajé como obrera textil. En 1.910, con 41 años, publiqué varios ensayos. En uno de ellos, afirmo:

...no se comprendió lo que verdaderamente significaba el movimiento emancipacionista. Se pensó que todo lo que se necesitaba era la independencia contra las tiranías exteriores; y las tiranías internas, mucho más dañinas a la vida y a sus progresos –las convenciones éticas y sociales– se las dejó estar, para que se cuidaran a sí mismas, y ahora están muy bien cuidadas. Y éstas parece que se anidan con tanta fuerza y arraigo en las mentes y en los corazones [...] como los que tuvieron en las cabezas y en los corazones de sus abuelas.
.................................................................
La salvación estriba en una enérgica marcha hacia un futuro cada vez más radiante. Necesitamos que cada vez sea más intenso el desdén, el desprecio, la indiferencia contra las antiguas tradiciones y los viejos hábitos. El movimiento emancipacionista ha dado apenas el primer paso en este sentido. Es de esperar que reúna sus fuerzas para dar otro. El derecho del voto, de la igualdad de los derechos civiles, pueden ser conquistas valiosas; pero la verdadera emancipación no empieza en los parlamentos, ni en las urnas. Empieza en el alma de la mujer. La historia nos cuenta que las clases oprimidas conquistaron su verdadera libertad, arrancándosela a sus amos en una serie de esfuerzos. Es necesario que la mujer se grabe en la memoria esa enseñanza y que comprenda que tendrá toda la libertad que sus mismos esfuerzos alcancen a obtener. Es por eso mucho más importante que comience con su regeneración interna, cortando el lazo del peso de los prejuicios, tradiciones y costumbres rutinarias.”

             Tía Blasina: Con 16 años dio el primer paso de toda mujer...
             Martina: Decir NO a otros para decirse SÍ a una misma.
             Tía Blasina: He oído antes esa frase.
             Martina: Y es necesario que la sigamos oyendo.
             Tía Blasina: Las palabras de Emma Goldman tienen 101 años...
             Martina: Y es necesario que las recordemos.
             Tía Blasina: Mejor aún, que las pongamos en acción. 


(I)    
     Soy la trapecista de "El cielo sobre Berlín" y Win Wenders puso en mi boca:
     "En el interior de los ojos cerrados, vuelvo a cerrar los ojos y así cobran vida hasta las piedras."
                
                   Martina: Sí.
                   Tía Blasina: Sí, es cierto, cerremos los ojos.


                                                                            

(II)
Soy Consuelo, nací en 1.938, ahora tengo 73 años y digo:            

   "Yo he visto el mundo por un agujero y ahora salgo y entro y no tengo quien me diga nada. Me critican las vecinas que salgo mucho y algunas veces salgo a escondidas para que no me vean.
   Si yo me pongo de noche a pensar en mi casa, pienso que qué ha sido mi vida. Me coloqué a trabajar con nueve años. Le hacía todo a la señora por el plato de comida para quitarle a mi madre eso, que se había quedado viuda muy joven con treinta y tres años.
   Yo me pongo a pensar ¿qué vida ha sido la mía? Después ya siendo una pollita me eché novio y después él se fue a la mili y tuve que esperarlo año y medio, antiguamente no se podía salir a la calle no como hoy que se puede ir al cine o donde quieran, sólo quedaba esperarlo. Cuando vino de la mili seguimos de novios, nos tocó un piso de los de Franco por solicitud y nos casamos y ya vinieron los niños y ya está. Toda la vida trabajando y luchando y también cuidando de mi tío, de mi padrastro que le cortaron una pierna, de mi suegro y luego de mi madre y mi marido. No me ha dado tiempo a nada, toda la vida cuidando. Y aquí estoy con muchos dolores y deseando que salga un viaje para volar."

                     Martina: Todos los días va a clase para aprender a leer y escribir.
                    Tía Blasina: Porque pensar y sentir sabe de sobra. Me gusta mi regalo, Martina, ¿aquí acaba?
                    Martina: No, tita, mujeres de todas las edades y condición han hablado. Seguiré regalándote.

                            



3 comentarios:

  1. Gracias por hacernos llegar esto, María Blasina. Siempre me gusta recibir algo tuyo.

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  2. La verdad es que las historias se repiten,parece que hemos avanzado mucho, pero no, aùn hay muchas mujeres que no han empezado a vivir, a pesar de haber cumplido muchos años.

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  3. Amiga, Tia Blasinia sueña, sueña aunque calle su profundo suño.
    Gracias por ponerte en contacto. Y ya te voy a enlazar.
    Si quieres pasate por mi blog, este año he tenido la ocurrencia de colgar un ripio que hace tiempo colgué en otra página tal día como el de hoy.
    Un saludo literario

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